Nada pasa;
no pasa nada,
tan solo la hoja del
calendario
con sus tachaduras
y con sus marcas.
Tampoco pasa el verano,
falta pasar las uvas por el
pasero
y los higos también,
para poder maridarlos con
las almendras
en bocado suculento.
Pasan los días
y pasan las vacaciones,
y pasará esta mustia desazón
de la mudanza.
Nada pasa;
tan sólo cambio el mar por
el río,
donde iré deshojando mis
sentimientos
con la esperanza
de que lleguen a la playa
y se encuentren en unidad
con los dejados.
Paco ¿como que nada pasa?, al menos a mí, cada día que transcurre, noto un achaque nuevo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ja, ja, ja, ja... Pero esas no son historias de contar en el café, Emilio. ¡Si yo te contara...!
EliminarUn abrazo.
No pasa nada, pasamos nosotros.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
...pero lo nuestro es pasar, Cayetano. Pasar haciendo caminos hacia la mar.
EliminarUn abrazo
A ver si del Nada pasa pasamos a ¡Qué pasada!.
ResponderEliminarUn abrazo pasa
También podría ser una pasada, Merche. De esta forma he contado que abandoné el lugar de veraneo y ya estoy de nuevo en Sevilla, ciudad que me ha recibido cálidamente.
EliminarUna pasada de abrazo.
Todo pasa demasiado rápido por ello debemos vivir con calma y sin prisas.Saludos
ResponderEliminarCuando nos venimos a dar cuenta, también se nos escapa la vida misma. Nos hacemos mayores y es inevitable.
EliminarUn abrazo, Charo.