Le ofrecí mis agrios al
viento,
aunque entonces sólo era
brisa;
los arrojé por la ventana
induciéndole la ira que me
carcomía
y una bolsa de aire
como un globo infantil
lo puso en manos de Eolo,
quien lo perdió
al sobrevolar el río.
Cuando bajó la marea,
esa cáustica gestaba un
revoltijo de malicias
en la mar salada.
¿Y todavía nos extrañamos
de la contaminación de los
mares?
El origen del mal
está en las entrañas del
hombre.
En efecto, Paco. Somos una especie altamente dañina para la naturaleza. Ya se está ocupando de nuestro relevo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Finalmente vence siempre el más fuerte, pero ni siquiera imaginamos las consecuencias.
EliminarUn abrazo.
Si el coste y la calidad del producto dependen del diseño, deduzco que ¿hay un error de origen?. Que me conteste Dios, si a bien lo considera.
ResponderEliminarUn entrañable abrazo
No creo que haya error alguno en el origen de lo creado, lo que sí creo es que últimamente no tomamos muy en cuenta las fuerzas de la naturaleza y éstas son siempre mucho más poderosas que el hombre.
EliminarUn entrañable abrazo.
Cuanto daño estamos haciendo a este planeta nuestro y que pocos medios se ponen para remediarlo.Saludos
ResponderEliminarDaños que nos hacemos a nosotros mismos. Nuestro nivel de inconsciencia no tiene fin.
EliminarUn abrazo.