Un ascua de luz blanca,
una vara de nardo aromática
que se cimbrea sobre los
tacones.
Lara musical, lira de
esta baza a Espada
que hacia el altar camina
del amoroso brazo de su
padre.
Tras de sí, una estela
radiante
que abre camino y sella el
amor
aguardando el juramento al
pie del altar.
En Rochiles está de par en par
la puerta de la Jaula
y el aguacate, el olivo y la
higuera
ceden su verde taimado a la
esperanza
con la que entronizar esta
unión.
Más allá del banquete y la
fiesta,
mucho más punzante y fogoso,
más fulgurante que el ardor
del instante,
es macerar esa llama el
tonel de los años
con el buqué del para siempre.
La llama que no hay que dejar que se apague.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Ayer tocó boda familiar y lo pasamos muy bien, Cayetano.
EliminarUn abrazo.
Algo tan importante en la vida de cada persona debería ser en todos los casos para siempre.Saludos
ResponderEliminarEso les deseo a Naza y Fran, que esa felicidad que desbordan sean capaces de mantenerla de por vida.
EliminarUn abrazo.
¡Qué hermosura de poema y de novia!
ResponderEliminarMuchas gracias, Musa, por tu bella opinión.
EliminarUn abrazo.