Ser hombre es caminar
alejándose del niño que
salió de la cuna,
de la promesa en la que
padre y madre
pusieron ilusión y esperanza;
es distanciarse del origen
poniendo rumbo a una meta
incierta,
es templar el acero y afilar
la espada,
es superar los escollos día
a día
por los barrancos inciertos de
la vida,
es dar a la infancia la
espalda.
Mirando al origen, desde una
de sus pausas,
los ojos puestos en la
incierta meta:
lo que quedó atrás es cuento
de hadas
y fábula el camino que nos
falta.
No hay hombre si un día no
se pone en camino,
ni hay mayor que no valore su
infancia,
cuando ya casi avista la
meta
olvidando las penas y también
las desgracias.
Ser hombre es caminar alejando
a aquel niño;
ser mayor…
Ser mayor es mirar por el
retrovisor de los años
y no perder la esperanza.
Siempre nos quedará algo del niño que fuimos.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Esa constante no se pierde nunca, Cayetano.
EliminarUn abrazo
Sí, amigo Francisco, de eso se trata, de caminar, asumiendo las responsabilidades que la vida y nuestra naturaleza racional nos imponen, esta es la única manera de acceder a la libertad.
ResponderEliminarSaludos
Francesc Cornadó
Gracias, tocayo, por tu reflexión.
EliminarUn abrazo.
Me ha encantado esta forma de describir "ser hombre".Un saludo
ResponderEliminarEn el fondo una escribe para encantar a quien lee, aunque no siempre lo consiga.
EliminarUn abrazo.
Sin embargo, se toman de la mano
ResponderEliminarel hombre y el niño, cuando el hombre logra a través del camino alcanzar su pureza.
Un abrazo de anís.
Es cierto, el adulto se distancia del niño y pone empeño en ello, pero también es verdad que llegado el momento hay un camino de retorno y acercamiento. Gracias, Sara, por tu visión.
EliminarAbrazos anisados.