Manos rudas, encallecidas y
agrietadas,
manos que cavan, que labran,
que binan,
manos que seleccionan las
semillas,
manos que abren el surco y
las entierra
a una muerte transitoria que
acabará en fruto.
Manos que restriegan los
ojos,
manos que limpian las gafas
y se presta a seleccionar palabras,
que las junta adecuadamente
con su verbo, su adverbio y
el sujeto elíptico
o de frente a pecho
descubierto,
manos que rescata del acervo
popular
o del diccionario y las
pasea
─cuando es posible─
con cultismos, arcaísmos y
extranjerismos.
Manos que siembran y manos
que escriben,
manos poetas de la
agricultura y la jardinería,
manos agricultoras de las
palabras
y de sus selectos frutos:
manos que se afanan en trabajar.
Esas manos que se afanan en trabajar son las que se necesitan para que el mundo progrese.Saludos
ResponderEliminarUna manos que lo mismo se aferrar a una tarea manual como a la creación literaria. Muchas gracias, Charo.
EliminarUn abrazo.
Las manos necesarias nunca son de primera o de segunda categoría.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Todas las manos que se ejercitan son igualmente importante y creadoras de vida, Cayetano.
EliminarUn abrazo