Pasaron los años
y con ellos la tersura de la
piel,
la cual se vistió con una
salpicadura
de manchas
como huellas de lo vivido.
A mi columna le salió un
grito
y se hizo protagonista de
mis días
y de los suyos;
aumenté dos o más tallas
cuando el músculo cedió en
tensión
y en vigor,
y la barba se me tiñó de
blanco.
Ella sigue siendo para mí la
misma,
aunque tampoco su estampa,;
como los buenos vinos,
ganó en sabor, saber y
buqué,
si bien se evaporó algo lo
afrutado.
Se desdibujó la esbeltez de
su cuello
y su vientre pronuncia de
continuo
ecos de sus dos embarazos;
le quedan más lejos los
pies,
pero todavía no requiere la
ayuda del podólogo;
más lenta, más pausada,
pero por siempre su ternura
incólume.
Cada etapa de la vida es diferente, con sus pros y sus contras. Lo adecuado es adaptarse a cada momento y atesorar los recuerdos de un tiempo compartido.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
En esas andamos, Cayetano, adaptándonos a los cambios y sin renegar.
EliminarUn abrazo
¡Magnifico!, es maravilloso seguir amando a pesar de los vapuleos que el tiempo nos da. Un abrazo
ResponderEliminar¡Qué menos, Julia! Los vapuleos y las mermas vienen para ambos, para todos; es cuestión de perseverancia.
EliminarUn abrazo.
Fortuna la nuestra cuando todos los cambios son a la par... Precioso, Francisco.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por tu comentario. La verdad es que ver en el otro y en uno mismo las huellas de la vida es un consuelo.
EliminarUn abrazo.
Bravo , ese canto para esa mujer que te acompaña siempre. Besos a los dos.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Chelo.
EliminarDos besos.
El paso del tiempo pasa factura al cuerpo a todos pero lo importante es que a nuestros sentimientos y forma de ser no les pase dicha factura y que con los años sigan mejorando.Saludos
ResponderEliminarSólo hemos cambiado en lo físico, Charo, pero ambos a un tiempo.
EliminarUn abrazo.
Una etapade nuestra vida,nos cambia lo externo y hace falta madurez para aceptar el aspecto que no deja el tiempo y ver más allá de eso, en esta etapa, con más ternura y más agrdecimiento por todo lo vivido,trabajar nuestro interior,para comprender y ser feliz y hacer felices a quieness nos rodean y a quiennes simplemente nos conocen en los tiempos de lozanía.
ResponderEliminarTú has dicho la palabra mágica, Cristina: ternura. Creo que la principal característica de esta etapa de la vida es la ternura y el interés recíproco.
EliminarUn abrazo.
Formáis un hermoso tándem, pareja. Un abrazo a los dos.
ResponderEliminarGracias, poeta María José Collado, por tu comentario.
EliminarUn doble abrazo.