Para que yo fuera hoy
presencia
tuvieron que forjarse otras
espadas
de temple desigual
y una misma alma
desgajada de unos en otros.
Hasta donde alcanzo,
templado a golpes
sobre la generosa tierra
a la que fueron arrancando
sus frutos,
me siento consecuencia de
otros nudos.
Vinieron los años, los
lustros, los siglos,
y fueron dejando una misma
variable
sobre idéntica genética.
No traía tabla rasa,
pero me aparté de la
tradición
y me refugié en la urbe.
En consecuencia, soy el
resultado
de esa herencia y también
del azar
con el que me fui
construyendo
con más improvisación
que ciencia meditada.
Para que yo sea hoy esto que
aparento,
una mano invisible y callada
me fue guiando
por los caminos de la vida.
Paco es un hombre templado, como el mejor acero.
ResponderEliminarUn abrazo.
Esa es tu mirada, Cayetano, que tras mucho aplicarla me ve muy mejorado. Mi acero es sólo el apellido, por lo demás soy un blandengue que se emociona con facilidad. Gracias desde lo más hondo.
EliminarUn abrazo.
Todos somos el resultado de la herencia y el entorno o circunstancias que nos rodean.Saludos
ResponderEliminarLas circunstancias de las que hablaba Ortega. Pues creo que tienes razón, toda la razón.
EliminarUn abrazo.
Muy elevado, poeta, decir presencia y no persona. Ya rompiste las cadenas que contienen en persona al alma.
ResponderEliminarMil besos.
Como el herrero en la forja, se trata de usar nuevas formas, otros materiales con lo que construir para engalanar, Sara.
EliminarMil y un besos.