Me descalzo y piso la arena
mojada
de este Mediterráneo nuevo y
eterno;
la última marea dejó apenas
una franja de escasamente un
par de metros
donde quedaron restos de
bivalvos,
entre algunas algas y
piedrecitas relucientes
como si fueran de cristal o
jade.
En cada ola, una nota
musical armoniosa,
un eco de Corrientes en la
corriente;
en cada cresta, tu sonrisa
de espuma
y espesura o nata montada;
en cada valle, tu alargada sombra
asombrosa;
en cada embate, tu pulso
impulsivo, tsunami
arrepentido, ahora tímido;
en cada retroceso, tu dulce
seseo
se hace cercano como
tratando de palpar
el consuelo de una mano que
no es cercana.
Desde mi verano a tu
invierno,
no hay distancias, sólo una
pausa,
un discurrir lento de los
días
que sueña los vericuetos que
dan al encuentro.
Mi cariño a ambos dos.
ResponderEliminarEl mío y el de ella, en su nombre, también para ti.
EliminarBesos.
Mar sin fronteras.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Mar sin fronteras, Formentera... No, Fuerteventura.
EliminarUn abrazo
Cuando las olas se convierten en notas armoniosas, las crestas en sonrisa de espuma, la corriente en recuerdo, el embate en pulso y tsunami y ese valle de belleza en sombra asombrosa...Es que hay una perfecta sincronía más allá de la distancia y el tiempo...Ella sigue ahí, siendo mar y vida, luchando denodadamente por seguir siendo y estando, Francisco...Tu recoges sus piedrecitas de jade, su silencio entrañable y cercano y su mano en el viento, que nos sigue palpando a todos, dejando caer su ternura y su aliento.
ResponderEliminarNo hay verano ni invierno...El sentimiento se eterniza dando lugar a un presente continuo, real e infinito...Porque sólo el amor es real y perenne...Mi abrazo y mi cariño para nuestra amiga y para ti.
M.Jesús
¡Qué bien describes lo que ella habría escrito! ¡Cómo conoces sus sentimientos!
EliminarBesos.
Quién pillara el mar. Aunque, quién sabe, a lo mejor los que viven junto a él preferirían estar junto a las montañas, fresquitos por la noche, como yo.
ResponderEliminarUn saludo
Aunque eres aún muy jovencita, Carmen, ya sabes cómo a todo el mundo le apetece aquello que no tiene. El riesgo del mar es que uno se enamora y ya no puede vivir más sin él.
EliminarBesos.
Un cálido abrazo para cada uno, María del Carmen y Francisco.
ResponderEliminarAsí lo recibo y así te correspondo, Adriana. Mil gracias.
EliminarUn abrazo.
¿Quién es Mª del Carmen, tu mujer?. Le dedicas muchos poemas, si está enferma le deseo una rápida recuperación
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