En la alacena de mis
recuerdos,
loza virtuosamente decorada
apara un té insípido en tu
ausencia.
No sé si lo dudas, pero
cambiaría
tanta porcelana, con su eco
chinesco,
por la proximidad que
hiciera audible
el fuelle de tu torpe
respirar entrecortado,
esa ráfaga fatigada que
busca con ansias
aire para tu fragua de forja
fría
en la que maniobrar tus
ensueños.
Los míos, mis ensoñaciones,
son como nidos
de aves que albergan
remansos de esperanza
entre el tupido ramaje
vestido de clorofila
y las oscilaciones por las
mecidas de la brisa
que agita este presente tuyo
y hace tambalear la delgada
lámina
de tus férreas certidumbres.
En la alacena de mis
recuerdos,
aquellos días creativos y
luminosos
cuando el sol parecía nacer
cada mañana
en los flecos de tu
guirnalda lírica,
para llenar la vida de
cánticos
y alimentarla con la
escarcha de tus poemas.
Aunque esos recuerdos decoren tu alacena, no hay nada como la viva presencia de aquel ser ausente.
ResponderEliminarAbrazos.
Por supuesto que sí, Rafael, todo lo virtual es nada frente a un guiño, una sonrisa, un gesto cómplice.
EliminarUn abrazo.
Francisco, creo que los recuerdos bellos son chispas de luz que se quedan en el alma y por siempre hacen su nido en ella.
ResponderEliminarNada tenemos que sea tan personal y lleno de sentimientos como son los recuerdos... Yo recuerdo y vivo cuando yo quiero, la calidez de las palabras de nuestra amiga Argentina, nos separa un océano físico y sin embargo cuantas veces la siento a mi lado y juego con las palabras que no tenía en mi vocabulario y ella nos ha enseñado.
Te recuerdo Mª del Carmen y en mi cariño no existen las distancias, te siento a mi lado y puedo susurrarte palabras de ánimo y de amor.
Apapachos con espuma de luna.
Ángeles
Tus comentarios son destellos de luz, Ángeles, y me consta que ella los recibe en grandes manos.
EliminarBesos.