Oh dulce Beba, llena tu copa
de ambrosía
y levanta los ojos al cielo
para brindar por la delicia
de la vida.
Sí, con sus luces y sus
sombras,
por supuesto, Beba; con sus
claridades y tinieblas,
sus miedos y sus
inseguridades.
Si acaso me precedes camino
al infinito,
no me dejes pagar la
novatada y teje para mí
una guirnalda de encomiendas
para que no se pierda mi
eternidad
bajo el lado lúgubre de una
sombra
que me aparte para siempre
de la luz.
Muéstrame el camino del
abajamiento
hacia la humildad, a
crucificar mi orgullo
y prepotencia, a decir sí a
cualquier enunciado
sin idea preconcebida de sus
consecuencias,
a fiarme sin más
y aceptar mi poquedad y
contingencia.
Si acaso me precedes en el
viaje sin regreso,
ve echando migas de tus
delicadezas
para que la búsqueda me sea
innecesaria.
lindo...
ResponderEliminarBueno es preparar el camino para evitar contratiempos innecesarios; aunque, a decir verdad, yo no tengo ninguna prisa por coger la barca de Caronte. Por mí puede esperar o, incluso, jubilarse.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Si acaso te precedo,te esperaré 👍pienso que seremos unos cuantos los que estaremos esperando para leerte... de todas maneras no tenemos prisa vale 🤔😉😘
ResponderEliminarMagnífica exposición...
ResponderEliminarUn abrazo Francisco.
Tu poema conlleva un gran ejercicio de humildad, Francisco...Todos deseamos ser guiados por los que han alcanzado la cumbre y poseen la sabiduría,es cierto...Tu le estás dando mucho y mucho recibirás, sin duda...Vuelvo a recordar sus palabras: "Todo lo que damos vuelve..."
ResponderEliminarMi abrazo y mi cariño para los dos.
M.Jesús