Oh niña correntina, la de la
piel de durazno,
la de la boca coral de
arrecife
y los dientes de nácar,
la de labios reventones como la granada
y cabellos rebeldes de
gavilla de trigo;
tu mirada es el azul del mar
que quisiera ser cielo sin
nubes,
el lapislázuli en el
lagrimal
que llora lágrimas de
topacio
aromados de lavanda.
¿Acaso te preguntas qué es
de mí?
Yo habito este sequedal
taciturno
que respira ansiedad a
borbotones,
que se conduele de silencio
monacal,
que traga nudos marinos
queriendo achicar la mar
y que vomita palabras de
azufre
en las cabalgadas de sueños
polvorientos.
Oh niña correntina, la de la
piel de durazno,
mira cómo sangra por mi
costado
endechas, madrigales y
requiebros
con los que cantar el boato
de tu presencia,
esa a la que me has
restringido
y por la que muero nuevamente
cada día.
Precioso tu poema y preciosa toda ella. Mándale un beso.
ResponderEliminarLo has hecho tú, porque a ella le leen todos los comentarios y los disfruta.
EliminarBesos.
Hoy me has resultado, con tu poema, muy sevillano.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tu poema se eleva como súplica y oración...Gran expresividad y fuerza, que nos muestran el deseo de borrar distancias y silencios...El poeta grita y canta dejando su sentimiento desgarrado a los pies de esa niña correntina, que es todo un ángel en el recuerdo.
ResponderEliminarMi felicitación, mi abrazo y mi animo para nuestra amiga y para ti.
M.Jesús
¡Qué hermosura!
ResponderEliminarUn gran abrazo.