En este tiempo que cambia y
permanece,
con voluntad o sin ella, me
despierto
a las primeras luces del
alba, antes
de que el sol desmelene su
catarata de luz
y los primeros trinos
inauguren el día
con cánticos celebrativos o
de alabanzas
urgiendo por dar gracias a la
renovación de la vida.
El nuevo día es una página
en blanco
para caligrafiar a lo largo
de la jornada,
un pentagrama sin notas
musicales,
cuyas referencias son sólo
viejas melodías;
tempos pretéritos:
deleitosos unos,
agitados un gran número de
ellos
y parsimoniosos todos, como
el goteo
de un grifo mal cerrado en
la madrugada
y su monótona cantinela de
melancolía.
Un poco de todo esto es
nuestra vida, amada mía,
─un
cambiar para permanecer─
una estancia en el tiempo
que describe
el perímetro que circunda
nuestras vidas.
Ahuécame tu pecho, la palma
de tus manos,
para que pueda cobijarme.
Aquí tienes las mías,
que ya no son firmes. Unámoslas
en permanencia.
Muy tierna y dulce tu poesía.
ResponderEliminarEste poema da título al libro que estoy escribiendo estos días. Te reservo esta primicia en recompensa por tu fiel seguimiento.
EliminarUn beso.
En este tiempo que cambia y permanece...sigue intacta la esencia, sigue intacto el amor, que va creando eternidad, Francisco.
ResponderEliminarMi abrazo y mi cariño.
M.Jesús