Los pregones de oficios y ventas pertenecen a un tiempo pasado, aunque algunos de ellos aún perviven en nuestras calles. Recuerdo entre otros al lañador suturando lebrillos y artesas agrietadas, el hojalatero que lo mismo hacía un farol que un jarrillo que reparaba un paraguas, el esquilador pelando mulos y borricos, el buhonero y sus atractivas quincallas, el sillero echando asientos de anea, y también al panadero con su canasta al hombro, el heladero con su carrito tan atractivo y goloso, al frutero, el vendedor de cacahuetes. Os dejo un vídeo de un ejemplo de pregón de frutas, al tiempo que una oportunidad de rescatar a Manuel Vallejo cantando por bulerías.
Para mí el más atractivo de todo era el afilador, posiblemente por esa magia inusitada del sonido de la flauta. Aquellos antiguos afiladores venían por los pueblos a pie, tirando de una especie de carro con un pedal que accionaba la piedra de amolar; luego esos carros se transformaron en bicicletas y más tarde en ciclomotores, de los que todavía se ven circular por pueblos y ciudades. He aquí un ejemplo.
Pero como todo evoluciona, también el gremio de afiladores se ha acomodado a la dinámica del automóvil, lo que le da mayor capacidad de desplazamientos y mayor protección, al margen de la adecuación a los tiempos con megafonía incluida.
Por último, una muestra del afilador más profesional, ese que adopta el nombre de vaciador, para distinguirse del resto y cuya característica principal es su carácter estable en su establecimiento propio, lo que le da una entidad de artesano muy por encima de los otros ejemplos.
Hola, Francisco:
ResponderEliminarPor aquí aún existen alguno que anuncian su trabajo y arreglan cosas de puerta en puerta, pero recuerdo de niño, aquellos que pregonaban los últimos acontecimientos e invitaban a bodas, bautismos, primeras comuniones, entierros, etc.
Quedó muy elegante tu blog.
Un abrazo.
qué loco, me hiciste acordar que de vez en cuando toca el timbre de mi casa un afilador y que por esas cosas jamás le he dado un trabajo para hacer
ResponderEliminarbesos
Por aquí, en Granada, de higos a peras se escucha el aviso del afilador, y de forma más continua el que arregla sillones y sofás con su camión y su altavoz a todo volumen, en temporada hay una fruta, el higo chumbo, donde el vendedor: generalmente chumbera grita: ¡¡Al rico chumbo!!.
ResponderEliminarSaludos
Vaya que me haces recordar..y como dicen, recordar es vivir...
ResponderEliminarRecuerdo al hombre que pasaba por mi casa cambiando ropa usada por juguetes o utensilios de cocina....el afilador con su silbato especial...el señor del pan..porque en el pueblo donde vivíamos aún todo era casero y creo que solo había una panadería..era una época sin supermercados pero linda en verdad...bss
Con todo esto de que se me hace a veces difícil poner un comentario, pasé por alto el decirte que me encanta tu nueva visión del blog...los colores nuevos son bellos..besitos
ResponderEliminarAlgún reducto de aquello se puede oir todavía en los mercados y mercadillos, aunque sin el encanto de entonces, sin la creatividad y simpatía. En Béjar aun hoy he oído pasar al afilador de toda la vida, alternando, eso sí, con el de la fugoneta y la megafonía.
ResponderEliminarSaludos
Desconocía la distinción entre afilador y vaciador, con carácter estable. Yo de mi pueblo siempre me acuerdo del aguador, al principio, antes que instalasen el agua corriente, el latero (que arregable cacerolas y otros artilugios de metal) y el afilador, oficio ambulante que aún perdura por muchos pueblos (Por Matalascañas pasan en verano). Feliz fin de semana, Francisco.
ResponderEliminarEn Granada, antiguamente estaba también el pregón de las mujeres que bajaban del Albaicín y el Sacromonte a vender fresa a principio de verano, con un clavel en el moño y gritando: ¡Cesticas de fresas!....
ResponderEliminarAún se ve algún afilador aquí, en Orihuela, los días de mercado, y en Mazarrón también los he visto, pero no con la frecuencia con que se veían hace ya años.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola primo!!!! Me ha encantado esta entrada.... sabes que muchas mañanas me despierta la sinfonía de un afilador de los de antes...??? Me gusta ese despertar tan dulce... mejor que mi despertador con esos timbrazos!!!!
ResponderEliminarHace poco fui al teatro y vi una obra costumbrista que incluso hablaban en "castuo" y unos de los oficios de antaño era el "sustanciero".... se dedicaba a pasar por la casas un hueso de jamón y que lo metieran en la olla durante un buen rato a cambio de unas perras gordas!!!! Me llamó la atención!!! y lo fuerte es que este oficio también exisitió BESITOS Y SALUDITOS MUY CARIÑOSOS DESDE CÁCERES.
Me encantaba la figura del afilador con su peculiar forma de hacerse oír y su motocicleta y la piedra de afilar. Ahora ya se ha modernizado y ha perdido su encanto antiguo.
ResponderEliminar¡El afiladooooooor!
Un saludo.
¡Se afilan cuchillos, tijeras, hachas! ¡Se afilan cuchillos, tijeras, hachas! Y la niñada salía corriendo a ver el "chisperío" que la giratoria piedra sacaba del metal ¡fascinante aquel chisporroteo de risas y algarabía! Hace unos años estuve en Guatemala y escuchaba una música de circo y un: "¡Llegaron los helados, llegaron los helados. Piña, mango, fresa, coco y almendra. Llegaron los helados!", un enorme vehículo con altavoces circulando a diez metros por minuto. ¡Agradecido por poner en nuestro corazón enternecedores recuerdos!
ResponderEliminarUn abrazo.
Sí, sí, aún queda algún afilador todavía subido en su ciclomotor anunciando con su flauta sus servicios. Por cierto que buena fotografía la del señor Gesser, boina en la testa y manos en las solapas de su buen chaquetón de paño -porque supongo que es ese señor el dueño- posando ante su establecimiento.
ResponderEliminarUn saludo.
Todavía recuerdo, y suelo prestar atención al hecho, de que cuando aparece el afilador... detrás llega la lluvia.
ResponderEliminarInfinidad de veces ha sido así, tal cual: afilador y lluvia se dan la mano.
Es curioso.
Ahora, como tú dices, se van modernizando. Los he visto en coche, en bicicleta motorizada...
Pero sí que está en mis recuerdos más lejanos cuando se les bajaba alguna tijera o cuchillo para afilar, ahora... ya no!
Cómo va cambiando todo!
Ah, y también se dice que todos o casi todos los afiladores son gallegos! No sé qué tanto de cierto hay en esa afirmación!
Un besote, Francisco!
Tú siempre amenizando nuestros días con tus cosas tan bien dichas y compartidas!
;)
El tapidero, ha llegado a su ciudad el tapicero, tapizamos sillas, sillones, y todo tipo de muebles, el tapicero.
ResponderEliminar¿Sabes que si te colocas los apuntes de un examen en la cabeza mientras escuchas al afilador apruebas?
Entrañables son esos recuerdos, a mi como a ti, el que más me gustaba era el afilador, mi madre me daba las tijeras y cuchillos para que saliera cuando se oía el sonido de su flauta, ahora lo echo de menos, tengo yo que desplazarme si quiero afilar algo. También recuerdo con cariño al carrito de los helados, uffff que tiempos aquellos...
ResponderEliminarbss
Que página más chula te has agenciado. Me gusta el nuevo look de tu blog.
ResponderEliminarFiguras nostalgicas que hablan de tiempos pasados adornan tu post de hoy.
Bss y buen finde
Hola Francisco: en la pequeña ciudad donde vivo todavía pasa el afilador, lo contaran las señoras para las tijeras y alguna cuchilla que rescatan de la cocina, ya que los maridos se consideran expertos y lo hacen ellos. Un abrazo
ResponderEliminarSabía que los pregones darían mucho juego, ya que algunos perviven y la mayoría de ellos están vivos en la memoria de los que ya no somos niños. Os agradezco mucho vuestros comentarios. Saludos.
ResponderEliminarhola he leido vuestros comentarios.y me gusta saber, que todavia hay personas.que les gusta ver,oir,al afilador ."yo soy afilador".un cordial saludo.
ResponderEliminarNo imagina lo mucho que me satisface saber que se ha sentido bien leyendo mis palabras. Le deseo que sea muy dichoso con su profesión y con la vida que le ha tocado en suerte. Que usted lo afile bien y que su música sea por siempre anticipo de sus pasos. Un cordial saludo.
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