12 octubre 2011

LA VIRGEN DEL PILAR: CIERRE DE LA FERIA

A mi "prima" Liova con mucho cariño.

La Feria de Ojén tiene la peculiaridad de abrirse con la procesión de san Dionisio Aeropagita e inaugurar el último día con la procesión de la Virgen del Pilar. Por descontado que antes, en la víspera, se lleva a cabo la coronación de la reina y damas de honor y el pregón que anuncia el evento, y después de la procesión de la Virgen queda todo el cuarto día de feria y la traca final de despedida.


No sé desde cuando comienza esa tradición, sino que ocupa todo lo que alcanza mi memoria. Lo que sí sé son los entresijos de la historia de esa pequeña figura de plata coronando el pilar, a semejanza de la zaragozana. Bajo el intenso frío estepario, el joven Miguelín temía por su vida y por el truncamiento de su carrera militar. Se había alistado a la División Azul, pero su meta estaba en la Academia General Militar de Zaragoza. Como ocurriera antes con las tropas napoleónicas, el frío era un arma silenciosa y exterminadora a favor del desacostumbrado enemigo. En el fragor de la batalla, Miguelín temía tanto por su vida como por el posible truncamiento de su soñada carrera militar. Era de noche y cubría uno de los puestos de guardia cuando se encomendó a la Virgen del Pilar y le hizo la promesa.

Miguelín volvió sano y salvo y pasó con nota su acceso a la Academia. Miguel Romero Villarrubia, fue un estudiante brillante; hombre enjuto, nariz afilada, aire marcial, aunque con incipiente curvatura en la alta zona dorsal; acudía a Ojén en sus días de asueto. Lo recuerdo dando satisfacción a su afición cinegética, acompañado siempre por Pepe Pacheco, y los domingos vistiendo su uniforme militar en la misa y en el paseo. Capitán, comandante…  llegué a verle lucir en las bocamangas las estrellas de coronel. Hizo una brillante carrera militar a base de esfuerzo y entrega apasionada y cumplió, todavía cadete, la promesa hecha a la Virgen en el frente ruso: regaló a la humilde iglesia de su pueblo una imagen en plata de la Pilarica, la misma que procesiona cada año el último día de la feria. 

6 comentarios:

  1. Conocía la historia, pero... ¿sabes? cuando te la oí el otro dia, con una cañita en la mano, me gustó mas. Un abrazo

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  2. Bonita historia Francisco, no la conocía. Aquí todos estamos de fiesta, en mi convento tengo a las monjas viendo la Santa Misa y supongo que también verán el desfile, yo leo comentarios y contesto a cuantos puedo.
    Gracias por su buen comentario a mi chiste
    Con ternura
    Sor.Cecilia

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  3. Buenos díassss!!!!! Una historia verdaderamente entrañable en la que has mezclado con mucho arte la tradición y el amor a Ojén con el sentimentalismo del pasado.
    Muchas gracias por citar a mi segundo padre, tus palabras matizan la historia aportando un toque de leyenda y de tradición. GRACIAS DE CORAZÓN.
    BESITOS Y SALUDITOS DE TU PRIMA LA DE CÁCERES!!!!!!

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  4. Bonita historia Francisco, y la imagen de la Pilarica tan pequeñita me gusta mucho.

    Un abrazo.

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  5. Bueno, yo en realidad venía a decirte ¡GUAPO! y a pedirte perdón por que se me pasara ayer el comentarlo, tan contenta estaba con lo de poder comentar (aunque San Blogger ne haga dar diez mil vueltas...)
    Jajajajaja!
    Pero es cierto, está usted mucho alegre y juvenil y de todo, con el polito azul, dónde va a parar! Jajajajaja!
    Seguro que habrá sido Pepita la que haya escogido la foto!

    Pues nada, que disfrute usted el día del Pilar, de la Pilarica!

    Y un besote, hala, grande, para repartir con su chica!
    ;)

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  6. Bueno, pues parece ser que no se olvidó de su promesa, eso está bien porque mucha gente pide y promete a cambio, pero cuando consigue lo que quiere se olvida de lo prometido.
    Buen día

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