29 julio 2011

MARBELLEANDO

No todos los días pueden ser de playa ni puedo hablar de comida constantemente. Por encima del atractivo de la playa existe una Marbella nueva y eternamente renovada que bien merece la pena vivir y disfrutar. Me había citado con un viejo compañero de instituto en el Casino, un encuentro que vendría a significar un repaso a ese tiempo que discurrió entre los 10 y los 15 años, un refrescamiento de la memoria lleno de nostalgia y de nombres largamente innombrados. Aquellos antiguos alumnos vamos a juntarnos en torno a una mesa en breve, de lo que daré cuenta en su día.


Salí de casa temprano y me fui a pasearla por el casco histórico con la mochila de mis recuerdos. Era media mañana; lo primero que me llamó la atención fue el gran número de jóvenes veinteañeros sentados en el suelo a lo largo de distintas calles. Todos ellos extranjeros, desinhibidos, en conversación animada unos con otros y ocupando espacios a la sombra. No es cuestión de falta de mobiliario urbano, pues los bancos cercanos estaban vacíos: debe ser sin duda una estética que como tantas otras cosas me han sobrepasado y por eso me llama la atención.


Por la plaza de la iglesia, el sonido del órgano invitaba por las puertas abiertas. El organista ensayaba piezas musicales que acompañaban a los no pocos orantes. Un momento de recogimiento, al tiempo que de éxtasis musical. El templo está lumínico, esplendoroso y ofreciéndose desde las 8 de la mañana hasta las 10 de la noche: la para algunos ciudad de pecado mantiene una oferta de acogida religiosa como pocas ciudades.


Serpenteé por las viejas calles y allí estaban los viejos recuerdos, reviviendo en cada esquina las viejas historias de la infancia y juventud: la casa de los Mescua, la papelería Mata y los libros de texto, el primer bic que desterró al tintero y la plumilla, la peluquería de los hermanos Pérez, el desaparecido bar Mediterráneo y aquellos bocadillos de carne mechada que aún siguen presentes en el aroma del recuerdo, el cine Rodeo. En la Alameda los pasos perdidos, el futbolín, los juegos, los bancos, las esperas…   Ahora está instalada la feria del libro en la Alameda, como cada verano, una feria un tanto peculiar, pero en la que siempre es posible el encuentro con la lectura adecuada. Un rato de lectura en uno de los bancos ajustando el reloj a la hora de la cita; cerca el murmullo del agua en los surtidores de la fuente y la memoria haciendo lagunas en la lectura.


11 comentarios:

  1. Me encanta!! Realmente haces que disfrutemos de esas vacaciones en conjunto...ir por esas calles llenas de tus recuerdos y escuchar la música del órgano no se hace difícil así como fácil llega hasta mi el ruido del agua al correr en la plaza..
    Hoy pude conocer mas de Marbella..ayer supe donde estaba situada para realizar el relato sobre lo que viven en Somalia...relato que me inspiraste al nombrar en tu post lo que estaba sucediendo en las playas cada vez mas concurridas por esos inmigrantes...quizás por eso uno de los personajes en la playa de Marbella se llamaba Francisco...
    Que pases un lindo viernes...besos

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  2. No voy a negarte que exista otra Marbella, la de tu infancia, tus recuerdos y algunos rincones que se mantengan; la Marbella que está en mi memoria y que he visto, es la que dejó unos señores y alguna señora que no merecen ni ser nombrados. Seguramente esa Marbella que tu recuerdas es la misma que he visto en fotos, ese pueblecito de pescadores, sin hoteles y urbanizaciones mastodónticas, eso pasó y tenemos lo que hemos dejado que hagan.

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  3. Bonito paseo con nostalgia para condimentarlo. Beso

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  4. A mí me encantan tus crónicas diarias, Paco.. es una verdadera gozada leerte!
    y es que e stan fácil dejarse llevar por esas sendas del recuerdo, que, aunque ajeno, posee una alta carga del recuerdo colectivo...
    Ayyy!

    Ya sabes, yo, te leo todos los días!
    A seguir reportando, eh!

    besos
    :)

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  5. Hola Francisco!!!! Has hecho que paseara un ratito por tu querida Marbella!!! Me gustó tu entrada porque además de traerme muy buenos recuerdos, tu prosa enamora. BESITOS Y SALUDITOS DESDE CÁCERES.

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  6. Gracias por este excelente paseo Francisco. He estado dos veces en esta ciudad y me parece preciosa. Un fuerte abrazo desde la Tertulia Cofrade Cruz Arbórea. http://tertuliacofradecruzarborea.blogspot.com/

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  7. Yo conocí Marbella el año pasado, aunque como la mayoría tenía una idea preconcebida debido a los ecos que siempre despertó esa ciudad, me quedé gratamente sorprendida. Me encantó el casco histórico, la alameda, el paseo marítimo y...¿por qué no? también conocí esa otra Marbella de los Yates, coches, Hoteles y tiendas de lujo. Debo decir que como curiosidad me resultó atractiva. Marbella es mucha Marbella y por muchos "ateques" que sufra, acabará resurgiendo siempre, la prueba es el anteriormente citado casco histórico. Un saludo.

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  8. Seguro que mañana nos contarás las impresiones de esos recuerdos compartidos con viejos amigos de la infancia. Por cierto, que lo de sentarse en el suelo con bancos alrededor bien sé lo que es. En la Plaza Mayor de Salamanca pasa tanto en invierno como en verano.

    Saludos y que lo pases bien

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  9. Efectivamente Marbella va mucho más allá de los oropeles del turismo que busca el relumbrón, o arrimarse a él, como quien ve aparecerse la virgen cuando algún personajillo de la TV.
    Un abrazo.

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  10. Cuánto me gustaría conocer Marbella, aunque espero algún día poder visitarla.

    Un beso.

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  11. Hola amigo, que bello recorrido por tus letras tan bien narradas. Un lugar precioso sin duda. Un placer leer. Besos, cuidate.

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