Hoy quiero hablaros de un tema que a todos los mayores nos resultará muy familiar: los fármacos. Como muchos de los que me leen estoy plurimedicado, lo que significa que son muchas las averías y la necesidad de parchear la salud. Recuerdo que cuando era niño, aquellas personas que yo veía muy mayores, avejentados, cetrinos de sol e intemperie y eran simplemente sesentonas. Hoy en cambio una persona de esos años es sólo un maduro que en muchos casos sigue practicando algún deporte y goza de una salud envidiable en otra época.
El milagro consiste en una mejor alimentación, una vida menos esforzada físicamente y el control de los achates habituales a esta edad, como tensión, los lípidos, la circulación sanguínea, la diabetes… Cuando vayáis a desayunar fuera de casa, no perdáis de vista las mesas de alrededor, ya veréis el alto consumo de pastillas de todos los mayores; os prometo que es un consuelo: Lo misterioso es que cada una de esas pastillas sepa dónde se debe alojar para causar el efecto esperado.
Desde que mi médico me asignó la receta electrónica voy a la farmacia como quien va al super, pero sin lista. Ayer, tras abrir la cartera, entregué a la farmacéutica la tarjeta y de inmediato me la devolvió: “La Visa, señor, es para otro menester”. Le pedí perdón y ella me contestó con una leve y pícara sonrisa que en el silencio me subrayó en mi interior: “cosas de la edad”. A mi derecha se acerca un negro enjuto que vestía una sonrisa blanca y franca y una camisa muy floreada. “¿Qué desea?” “Nutribén ocho cereales” “¿Qué edad tiene el niño?” “No hay niño, es para mí”. Se enzarzaron en una serie de preguntas y respuestas que no llegaron a aclarar nada. No pude alargar más mi estancia en la farmacia si no quería caer en el descaro, así que me perdí el resto de la conversación de la incrédula dependienta con aquel caballero de unos 45 o 50 años. Cuando volvía a casa pensaba que posiblemente este señor, alimentándose con papillas infantiles estaba alargando la infancia y pubertad y en consecuencia retrasando al edad de entrar en la polimedicación.
Pues donde se ponga una buena dieta mediterranea, que se quiten los "nutribén" y los "potitos", al menos para los adultos.
ResponderEliminarP.D. De vez en cuando un "pescaíto frito", tampoco viene mal.
Lo de la tarjeta Visa, me suena a mi también.
ResponderEliminarLo de los potitos, "somos lo que comemos".
Saludos
¿Y si fuera cierto y con ese alimento fuéramos otra vez como los niños...?
ResponderEliminarJajaja dudo que los potitos consugan el efecto de rejuvenecer, lo que puede consiguir si no te miras en el es espejo es que te lo creas. Afortunadamente yo solo tomo una pastilla por la noche:la del colesterol, pero desde jóven porque es heredado:)
ResponderEliminarAun ando por aquí, pero mañana desaparezco.
Que sigas veraneando feliz.
Por cierto a partir del lunes TODO GENÉRICO
Desde ahora me voy a plantear muy seriamente si tomar en mi desayuno papillas Nutribén, a ver si se me alarga aunque sea la madurez, jajajaja...
ResponderEliminarUn abrazo.
Lo de la tarjeta Visa a mi también me suena.
ResponderEliminarLo del Nutriben,siento decirles que a mi no me gustaría volver a ser niña y eso que no puedo quejar ni de la infancia que tuve ni de los posteriores años vividos.
Besos
Leo los comentarios y coincido con Elena...no estaría de mas probar si comiendo "papillas y compotas" (así les decimos aquí), se engañe al cuerpito y se crea que ha llegado a la segunda infancia...Claro, otra infancia pero con todos los beneficios de estar en esta edad que la verdad son muchos y mas placenteros..
ResponderEliminarPero te recomiendo Francisco que no hagas eso en tus vacaciones...come todo lo que te ofrezcan, paellas, sardinas, tartas de lo que venga, que después cuando regreses puedes hacer dieta..pero sin excesos..cuida tu salud, eso es lo principal..
Un beso
Hola!!!! Te encontré por casualidad y no sabes el rato que llevo disfrutando de tu blog.
ResponderEliminarLo siento transparente, limpio, claro y además algo cercano pues por Marbella he caminado. La iglesia de la Encarnación, hotel el Fuerte, las playas, las calles del casco viejo de Marbella. Entiendo que huyas del calor sevillano pues el de Cáceres, ciudad en la que vivo es parecido.
Me gusta mucho cómo escribes, tan pronto un sentimiento como una poesía como un pensamiento como una viviencia... FELICIDADES POR TU BLOG. besitos y saluditos desde un Cáceres demasiado caluroso.
Te sigo.
todo sirve, incluso la papilla...si consideras que eso te hace bien, listo, a nadie le importa nada
ResponderEliminarbesos Francisco, como siempre
Gracias, Liova, por tu generosidad y gracias por encontrarme. Después de la tensión del Tour de hoy, en el que Contador ha estado en figura, aunque no está en su mejor momento, tus halagos son un bálsamo con el que recuperar el pulso dislocado.
ResponderEliminarGracias igualmente a todos los que comentáis y aquellos otros que me leen en silencio. Un abrazo a todos.
Pues yo suelo tener la "costumbre" en los últimos tiempos, de querer pasar la validadora del metro con las llaves de casa! Hoy mismo me ha ocurrido, y la vergüenza que he pasado! Y será, será cosa de la edad, que una ya se va encaminando,piano piano...
ResponderEliminarLas papillas, muy ricas!
Un abrazo!
;)
La leche condensada aún me sigue tirando y mira que hace años que la tomaba de niño.
ResponderEliminarUn abrazo mientras busco el ventilador.
Pues yo creo que mejor que los potitos eran las comiditas que hacías nuestras mujeres a los hijos. ¿Y qué me decís del plátano con zumo de naranja y galletas marías escachadas?
ResponderEliminarYo de pastillas ando bien, habitualmente solo tomo la de la tensión.
Tú Paco sigue ahora la máxima de "comamos y bebamos que mañana..." ¡volveremos a empezar!
Saludos
abrazos para todos
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