01 octubre 2010

NAUTILUS

Salió con la brisa de la aurora y el día sólo prometía esfuerzos en la bonanza y augurios de una gran pesquera. Mucha mar, mucha brega y de nuevo a calar las redes en espera de mayor fortuna. Próximo a la caída del sol, cuando estaba siendo hora de dar de mano, cuando el cansancio es el sumando que más pesa en la báscula y las escamas son la plata que más reluce en la borda a la luz tenue de la tarde, saltó el levante. Tuvo que orzar a estribor para no encallar en los atolones hacia los que se enfilaba, poniendo en ello todo el ahínco y todas las fuerzas que le quedaban, arrastrado por la furia y la urgencia extrema. Se hinchó la vela en cuanto ésta tomó el viento desde barlovento; pasaba barriendo de popa a proa y como una leva irresistible, la barca surcaba olas de sobresalto entre chasquidos de estacha, viento y agua que amenazaban con desencuadernar la embarcación. A lo lejos, entre dos luces, avistó las balizas que anunciaban la bocana y siguió orzando a estribor con mayor empeño y cierta esperanza de arribo.

Al amparo del puerto, el viento era una música chirriante que afinaba el sórdido instrumento sobre los palos de las embarcaciones y las pilas de cajas de madera amontonadas en la dársena; la luna, allá arriba, con su refulgir tenue, y las estrellas cubriendo la bóveda oscura con las rogativas de los náufragos de todos los temporales; en la lonja, como siempre que había mala mar, ella. Él seguía férreamente asido al timón, calado hasta los huesos, después de que éste hubiera sido casi ingobernable. Por fin sendos cabos, a pro y popa, afianzaron la barca al muelle y se produjo el encuentro sellado con lágrimas de alegría.

1 comentario:

  1. Es hermosa la pausa entre los vientos que vienen y van y el dulce silencio de
    las orillas donde el agua rompe y se va.

    Arthur O'Shaughnessy.

    Copié, pegué, investigué y pude entender, gracias :)

    Un abrazo cordial.

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