Estatua mutilada, tullida de
labios fríos,
de porte señorial y esbeltez
única,
de abrazo interrumpido,
roto, desmembrado;
de mirada dirigida al ángulo
inferior izquierdo
incierta, indefinida, mas no
indiferente.
Caderas rotundas, vientre
marcado, prominente
de desnudez velada. Pliegues
de mármol arropan tus
piernas,
donde las formas se
desdibujan e imaginan.
En tu tronco un leve giro,
una torsión
que imprime movimiento;
no están, pero imagino tus
manos
delicadas y rotundas. Echo
de menos
tus caricias, el roce de tus
dedos en mis cabellos
o mesando mi barba
largamente.
En la perfección de tus
formas
toda una declaración de amor,
el que imagino, el que por
siempre profeso.
Yo pensaba que venía así de fábrica.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
En tal caso de gubia y cincel, Cayetano. Cuando te decía que nos veremos en septiembre no me creías, pero ¡ves cómo tengo razón!
EliminarUn abrazo.
Siempre he tenido una atracción hacia esta escultura y la tengo en casa ( en miniatura) desde hace 49 años.Saludos
ResponderEliminarYo la descubrí en los libros de texto y luego, en mi segundo trabajo, había una copia a tamaño natural en el jardín.
EliminarUn abrazo.
Hay homenajes, declaraciones, dedicatorias que dejan de piedra, ¿qué digo?, de poético mármol.
ResponderEliminarUn abrazo con la mirada
Palabras cinceladas en el mármol, que al mármol se elevan para cantarle.
EliminarUn abrazo sin manos.