A Mariángeles González Campos
En tus manos la destreza, la agilidad,
el artificio, y en el
arcoíris de tus ojos de miel,
se decantan los colores
como llovidos del cielo,
como derramados por la diosa
Afrodita.
Estás tocada por el misterio
de la gracia,
reparto al que llegué tarde
y te está reservado en
primicia.
No hay vértigo en ti,
el lienzo en blanco lo ves
como un reto,
como un trampolín sobre el
que ejercitarte
y dar un triple en el vacío:
dos trazos a carboncillo
y el blancor de la tela es
ahora el contorno
que proyecta una figura y su
sombra
que más tarde será todo
calor y calidez.
En los rayos equis de tu
mirada,
la lucidez, por lo común
vedada y que tú gozas
con privilegio y elegante
soltura;
en la beldad de tus ojos,
la luz que proyectas sobre
tu obra;
en la firmeza de tu trazo y
pincelada,
la mano creadora que reviste
y da vida
en elegante soplo.
No te envidio tus virtudes,
Mariángeles,
tan solo te admiro.
Para enmarcarlo.
ResponderEliminarUn abrazo
Eso quiero, que Mariángeles me enmarque uno de sus cuadros y me lo regale. Gracias por lo que dices en tanta brevedad, Merche.
EliminarUn abrazo.
Siempre hay que admirar a las personas con virtudes.Saludos
ResponderEliminarCreo que a todos, pues todos tenemos algunas virtudes, si bien unas más llamativas que otras.
EliminarUn abrazo.