Viene paso a paso al alba,
enrojeciéndolo todo y con su
potenciómetro disparado
sin parar de subir la escala
de su liberación
hasta alcanzar la máxima eficacia
y llenarnos de plenitud
ardorosa,
obligándonos a defendernos
con sudores profusos.
Es alegre, chispeante y
parece coquetear
si lo tomas a primeras horas
de la mañana,
y hasta juguetón nos
enrojece la piel
con falsos mimos
que no son agasajos sino
agresión en toda regla.
Cuando está en su zenit,
perdidas las sombras bajo
nuestros pies,
ya no hay defensa posible
y su bisturí sigue sajando
la piel
con todo empeño y eficacia.
Al atardecer, parece
acariciar
al hacerse oro en el
horizonte,
pero es un engaño de falsa
pirita
que volverá al día siguiente
tratando de rematar la faena
iniciada.
No es de fiar. Crees que acaricia y te quemas.
ResponderEliminarMejor tomarlo de siete a diez de la mañana. O despedirlo cuando se va.
Un abrazo, Paco.
De jovencito me iba a la playa y me tiraba al don sin protección alguna y no me pasaba nada, pero ahora voy siempre buscando las sombras.
EliminarUn abrazo.
Procuro estar lejos a medio día, siempre que sea posible...
ResponderEliminarBesos.
Ahora sombrero, protección solar y cambios de acera evitándolo a todas horas, como buscando la belleza de una amapola azul.
EliminarBesos soleados.
Me quedo en tu bella descripción añorando que pase por aquí y caliente el ambiente y la espalda. Abrazo.
ResponderEliminarEl sol está ahora en el hemisferio norte dando la batalla, pero ya sabemos que es un inquieto y va de un lugar a otro.
EliminarAbrazos.