Bendita tú, mi amor,
eternamente
por la dicha de haberme
concedido
el título de amor que
habitualmente
le conoce la esposa a su
marido.
Bendita tú, por este tu amor
ciego
que conmigo cuadra
perfectamente,
al que no me resisto ni me
niego,
pues profeso mi amor muy
dulcemente.
El fuego en el que ardemos,
pura llama,
purifica sin tormento y
hermosura
en actitud de aceptación
silente.
¡Ay mi amor!, cómo tu
espíritu me ama,
y mucho más subraya tu
figura:
¡Bendita tú, mi amor,
perpetuamente!
Bello soneto de amor fecho al "modo Paco". ¿Te lo mandó hacer Violante?
ResponderEliminarUn abrazo.
Perdona el retraso, Cayetano. Gracias por tu ingenioso comentario, como de costumbre.
EliminarUn abrazo.
Bellísimo poema de amor.Saludos
ResponderEliminarMuchas gracias, Charo.
EliminarUn abrazo.
¡Ay!, puedo figurármelo.
ResponderEliminarEn puro abrazar
Puras figuraciones, Merche.
EliminarUn abrazo
Qué amoroso homenaje! Me encantó. Beso
ResponderEliminarUno escribe para gustar y cuando así lo manifiestas siente que ha hecho lo que debía. Muchas gracias, Rosa María.
EliminarBesos.