No me muerdas, muerte,
y pasa de largo; no hagas
sonar mi hora
que tengo el reloj parado y
la pila agotada,
tanto como yo mismo:
no me muerdas,
deja esta golosina segura
como soldado en trinchera.
Mis lágrimas son de rabia
y no de mis propias heridas,
esa que los galenos no
supieron suturar.
No puedo darte razones,
pero si acaso divisas mis
pesares,
no son del cuerpo sino del
alma,
de ese ala emplomada y
manchada de carmín
por las miserables llagas
de esta deriva por la que el
mundo se precipita.
Que se vaya a morder a otros que tengan más chicha.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Al parecer no te gusta la Parca, Cayetano. Pues a mí tampoco.
EliminarUn abrazo.
Dejar penetrar las letras que llegan al fondo del alma y exteriorizan el pensamiento de muchos. Gracias. Abrazo
ResponderEliminarTodo es un juego, un uso poliédrico del lenguaje para ofrecer otros perfiles con los que disfrutar, Rosa María.
EliminarAbrazos.
Algún día llegará en que nos "morderá" a todos pero mientras tanto vivamos.Saludos
ResponderEliminarLa vida es una experiencia irrepetible, gozosa y gratificante hasta en los malos momento.
EliminarUn abrazo.
Que no te muerda jamás...
ResponderEliminarUn abrazo.
Eso no serán posible, pero duraremos, Sara O. Durán.
EliminarAbrazos.