Busqué acomodo en la sombra,
donde poner en orden las
ideas
y roturar las palabras que
bullían
en mi cabeza adoptando modos
y formas;
entonces,
con la cortesía de una
jovencita educada,
me saludó efusiva
y ensartó una a una las
perlas
que había atesorado y las
fue goteando
como rezadas de un rosario.
Al cabo, solté el bloc y el
bolígrafo
y puse mi atención en
corresponderle.
Ella buscaba confirmación a
sus elucubraciones
y las fue desgranando como
gotas de agua
─con su música─
en escala de sones monótonos
que, de repente, aderezaba
con alguna pregunta.
Me acomodé en la sombra
y el resto me vino dado sin
pedirlo ni buscarlo.
La musa.
ResponderEliminarNunca te opongas a ella. Puede haber una "escaramusa".
Un abrazo, Paco.
No hay forma de resistirse, pues es un poco insistente, casi intolerante.
EliminarUn abrazo, Cayetano.
Lo mejor y lo peor de la vida suelen venir sin pedirlo ni buscarlo.Tú tuviste un grato encuentro acomodado en la sombra.Saludos
ResponderEliminarTal que así sucedió. Primero fue interrupción a la lectura y luego se convirtió en testo.
EliminarUn abrazo.
Como caído del cielo. Momento de inspiración.
ResponderEliminarUn abrazo.
La inspiración me vino servida, Sara. En verdad suele suceder con relativa frecuencia.
EliminarUn abrazo.