10 agosto 2019

MOLINO HARINERO




Del río, una sangradera, una acequia
que gana impulso en el desnivel
y mueve el rotor de la máquina.

A ambos bordes de la acequia
se asoman el musgo y las pamplinas
viendo el agua al discurrir
y cómo desaparece por la torva
de la aceña y le imprime movimiento giratorio.

El dispensador de grano es un discurrir
continuo que acaba bajo las muelas pétreas
y acaban en flor y afrecho.

Nada de esto saben ranas y renacuajos
mientras cantan su ocio; tampoco el junco
en su noble y humilde saludo
a la incesante corriente;
tan sólo el molinero huele el pan en el agua
y lo sabe saborear antes de ser masa madre.

6 comentarios:

  1. Vamos a poner uno en La Charca para que nos anime el día.
    Un abrazo, Paco.

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  2. Nunca he visto un molino y al describirlo en tus versos me han entrado ganas de conocer uno.Saludos

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    1. No es de extrañar. En mi pueblo, cuando yo era pequeño, había tres molinos como el del poema, pero ya hace tiempo que dejaron de existir.
      Un abrazo.

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  3. Tampoco los sapos, ni los grillos, saben nada de eso. Las hormigas sí, ellas saben más de trabajo y de todo se enteran.
    Besos.

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    1. Hay todo un mundo vivo alrededor de aquello que observamos y todo él está intercomunicado, aunque no sepamos apreciarlo. Las hormigas y un millón de insectos, símbolos abnegados del trabajo silente.
      Besos.

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