Se cree que fue descendiente
de Gea
el primer aedo que declamaba
en el ágora, y más tarde en
las calles,
las epopeyas de su pueblo.
Luego acabó animando
los banquetes de los nobles
y las personas relevantes de
su sociedad,
dejando enclaustrada la
cultura
a espaldas del pueblo.
El jónico Gea, versado en
hexámetros,
cautivaba a la audiencia
con sus tiradas
interminables de himnos,
cánticos patrióticos y
alguna que otra mofa
exacerbada de carácter
hiriente.
Aunque la tradición se ocupó
de hilvanar el hilo de su
hacer
hasta nuestro días, los
investigadores
ponen en solfa la tradición
oral
y se afanan en indagaciones
históricas
que con el trabajo y los días
dará su fruto o se
eternizará
en pesquisas que pueden no
llegar a colmo.
A la tradición hay que hacerle el caso justo, ni más ni menos. Aedos, a lo largo de la historia, ha habido muchos, los más próximos, próximos, los cantautores.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy bien, Emilio, por recordar a los Aedos actuales. Yo me fui a los inicios (de lo conocido), porque entiendo que hay que rendir culto a quienes nos precedieron.
EliminarUn abrazo.
Ya su azarosa vida fue toda una odisea.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Y hasta una Iliada, Cayetano, que de todo hubo en las viñas del Parnaso.
EliminarUn abrazo.
En cada época de la historia ha habido gente especializada en entretener a los demás pero sin dudarlo me quedo con los tovadores de la Edad Media.Saludos
ResponderEliminarTampoco es mal momento el de la Provenza, claro que no. Gracias por recordarlo, Charo.
EliminarUn abrazo.
Siguiendo con los clásicos, los investigadores no han podido poner en solfa ningún vestigio musical, ya que no anotaban los acordes (la partitura fue posterior); así que lo que escuchamos de aquellos siglos son aproximaciones.
ResponderEliminarMi hexábrazo
Dices muy bien, Merche. Yo en cambio, oí el cantar de los viejos copleros ciegos en mi infancia y guardo su soniquete por algún rincón de mi mente. Como un río, desde el nacimiento a la desembocadura, todos Aedos.
EliminarUn abrazo