Era un tiempo triste,
apagado
y con la sombra alargada de
la posguerra
amartillada sobre las ventanas
y sobre las techumbres
de aquellas casas humildes
con su epicentro en la
chimenea.
El luto y el delantal era el
uniforme de las abuelas,
con su rodete y su peina
y sus bocas desdentadas.
Hogares incómodos, pero
cálidos;
alacenas desnutridas, donde
el pan y el aceite
eran el banquete diario.
En las historias familiares
se cruzaba alguna hazaña
bélica
o el recuerdo de un tío o un
primo
que posiblemente se quedara
para siempre en el Ebro
y ahora era testimonio fotográfico
en blanco y negro
sobre la reluciente pared de
cal.
Eran hogares desnudos,
salvo media docena de sillas
de anea,
pero de un inaudito blancor
y sin concesiones al dispendio.
En los escasos aparatos de
radio
sonaba Antonio Machín o
Bonet de San Pedro;
en las tabernas: Palanca,
Juanito Valderrama,
Caracol, Marchena y la Niña
de los Peines.
Era un tiempo triste, apagado…
Y yo crecía lentamente
y soñaba otro universo.
Buenos días. Un poema sereno que nos trae recuerdos de un pasado del que aún quedan rescoldos. Un abrazo.
ResponderEliminarEstamos en el tiempo de la serenidad, Chelo. Carreras ya, ni para sacar la cita con el médico.
EliminarGracias, Chelo, un fuerte abrazo.
La España en blanco y negro, como el Nodo.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Así era todo, Cayetano. ¡Fíjate en el Nodo, qué medio para estar informados!
EliminarUn abrazo.
Como niños que éramos, soñábamos con otros universos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Emilio, a los de nuestra edad se nos ve el plumero, pero no hemos dejado de soñar.
EliminarUn abrazo.
Tu poema me ha hecho llorar; era un tiempo gris, eran unos hogares vacíos de casi todo, pero había en todos ellos algo que abundaba, el amor por la familia, por la tierra y por el hogar, aunque este fuese pobre y gris, ciertamente.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Esos mismos motivos que en tí han renacido, Julia, son los que me han llevado a escribir este poema, un canto a nuestra infancia.
EliminarUn fuerte abrazo.
Guardo gratos recuerdos de ese pasado y no lo recuerdo triste, todo lo contrario, disfruté de mi infancia jugando y haciendo trastadas con los niños de mi barrio, nos divertíamos de verdad y no recuerdo que ninguno estuviera triste, éramos felices sin tener todo lo que tienen hoy en día en cosas materiales, crecimos y salimos adelante unos fueron a la universidad y sacaron sus carreras, otros se pusieron a trabajar, nos casamos, formamos familias, en fin siento que fuimos afortunados pues lo pasaron peor nuestros padres ya que tuvieron que vivir el horror de una guerra .Saludos cordiales
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