Habían acortado los días
visiblemente
con un recorte de luz al
atardecer,
llegaban como con prisas los
dorados del horizonte
y acabábamos la tarea antes
del agotamiento.
Aquella tarde habías querido
conocer de cerca
la faena agrícola y todo te
resultaba un descubrimiento:
primero fueron las granadas,
esas bocas granas,
esos dientes fielmente
alineados que invitan al banquete;
luego fue la corta de las
calabazas y el acarreo.
Te preguntabas por qué
dejaba a cada fruto tanto pedúnculo
y pensabas que era para
facilitar el transporte…
Es más fiable abrazándola y
depositarla con cuidado
sobre un lecho de paja o
similar, seco y mullido,
donde pueda dormir la espera
que precede al consumo.
Acabada la tarea, tu boca
fue el manantial donde apagar la sed
y tu mano el asidero por el
que unir nuestras vidas
y rubricar las viejas
promesas, tantas veces renovadas.
No hubo pues calabazas.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Eso es lo bueno, que no me dieron calabazas.
EliminarUn abrazo, Cayetano.
Las calabazas o las granadas cerraron el místerio.
ResponderEliminarSiempre hay un punto de cierre.
EliminarAbrazos.
Un relato inspirador, donde unes de maravilla la sensualidad de la naturaleza con la pasión humana. Muy bueno, Francisco.
ResponderEliminarEspero publicar mas a menudo, las letras nos fortalecen y nos ayudan a sobrevolar la realidad.Gracias por tu comentario.
Te dejo mi gratitud y mi abrazo siempre, amigo
Ánimo, María Jesús, eres poeta imprescindible.
EliminarUn abrazo.
Las calabazas, siempre han sido asociadas a los suspensos en la vida de los estudiantes....eso hacía que no te apeteciera escuchar su nombre.
ResponderEliminarTambién yo reuerdo haber visto de niña, esas granadas colgadas en el árbol y además de tener una degustación, allí en la misma finca. Nunca una fruta saber mejor que recién recogida del árbol...ahora tenemos que conformarnos con comprarlas en el supermercado.
Besos
Yo que soy niño del medio rural (Ojén), no puedo olvidar el sabor de los frutos en el árbol.
EliminarBesos.
Estupenda forma de acabar la tarea.Ayudé a mi marido varios años en la vendimia cuando me jubilé del trabajo y aunque era un trabajo duro lo hacía con orgullo.Saludos
ResponderEliminarLa base de la humanidad está en el medio agrícola, por eso todo el mundo debiera tener esa experiencia alguna vez.
EliminarUn abrazo.
Pasión y analogías especialmente en la tercer y cuarta estrofa. Me encantó la descripción y el corolario. Abrazo
ResponderEliminarGracias por tu subrayado, Rosa María.
EliminarAbrazos.
También me encantó la foto, es muy bella.
ResponderEliminarTodo nace a partir de la foto, Rosa María, a la vista de ella fueron surgiendo los versos.
EliminarUn abrazo.
Qué inspiración Francisco. De gran poeta. Saludos
EliminarMe gustan esas calabazas, las otras no.
ResponderEliminarNi suspensos, ni negativas de amor.
EliminarAbrazos.
Bello poema que rescata el trabajo y lo dignifica.
ResponderEliminarAdoro las calabazas.
Un abrazo
Esa ha sido precisamente la intención, dignificar el trabajo del campesinado. Gracias, Luján.
EliminarUn abrazo.
Que bonito final para este poema, me encanto. Saludos amigo.
ResponderEliminarGenial tu poema ensalzando el trabajo . A a mi me ha venido a la cabeza leyendo el título esas otras calabazas a veces ,merecidas. 😘
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