Esta mañana lánguida y fría,
el sol de vacaciones en el
otro hemisferio
y la niebla poblándolo todo
de sorda saturación.
En otra latitud pensaría en
copos
como confetis de ángeles,
pero aquí el frío se entrena
en el río
y sólo es guiño grisáceo de
tres días
que ni incomunica. ni aísla.
Me he atrincherado en la
mesa camilla,
pertrechado con algunos
libros,
y el resto a corta distancia
y en su orden:
en los libros están las
vibraciones
de sus autores, cuya
sintonía
enardece con prontitud mis
emociones
y hasta, a veces, me
transportan al límite.
He estado múltiples veces en Sevilla, la primera vez fue durante tres meses realizando un curso con la empresa que más tarde me daría de comer durante 40 años, era invierno y era joven, no recuerdo el frío, solo la humedad, ¡¡joder que humedad!!
ResponderEliminarUn abrazo.
Cada geografía tiene su clima y en verdad el de Sevilla es sólo extremo derecho, juega con el número cuarenta en adelante. Por abajo (el otro extremo) es sólo la humedad lo que fastidia.
EliminarUn abrazo.
Sevilla es muy de mesa camilla con brasero. Eso se llama tener suerte. En la meseta hace un frío que pela y con el brasero no basta. Y su además del brasero tenemos buena lectura... No se puede pedir mucho más.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
He vivido 23 años mesetarios en Madrid y ese frío se pasaba abrigándose, el húmedo penetra por poros y rendijas de forma inevitable, Cayetano.
EliminarUn abrazo.
La mesa camilla es la mejor de las trincheras en los días fríos de invierno.Saludos cordiales
ResponderEliminarY en ello tenemos experiencia, ¿verdad, Charo?
EliminarUn abrazo
Claro cada cual se queja de cada lugar. Pero recorriendo España y mas lejos, se aprecia que cada cual se organiza para atrincherarse en su propia zona. Calor seco.: cremas. Calor húmedo..: bochorno. Humedad..: antiinflamatorios.
ResponderEliminarFrios...brasero,estufa, calefacción.
o sea, Nadie está del todo contento.
Tienes toda la razón, siempre nos quejamos de algo y lo cierto es que el ideal no existe, sino el acomodo de cada uno a su climatología.
EliminarUn abrazo.
Cuando yo era pequeña recuerdo una mesa camilla con un brasero y todos sentados alrededor. Hace ya tanto...
ResponderEliminarEs bonito los días de frío quedarse en casa leyendo un buen libro.
SAludos.
La estampa que dibujas me resulta absolutamente familiar. De allí, de ver a mi padre con un libro en las manos, me contagié de esa afición.
EliminarUn abrazo, Manuela.
También yo me atrinchero en la mesa camilla. Soy bastante friolera y procuro salir a la calle a media mañana...no hya más remedio que hacer la compra.
ResponderEliminarBesos
Parece que no nos llevamos muy bien con el frío y que esa falda echada sobre la falda es un rescoldo muy atrayente. Que hagas buenas compras y sólo de lo necesario.
EliminarBesos.
En días de mucho frío es lo que apetece hacer, pero hoy ha hecho un sol espléndido en el hueco deldía, era de pena desperdiciarlo.
ResponderEliminar¿No? El sol también pone al límite las emociones.
Besos
Tienes razón, Tracy, el día en el que este escrito ha salido publicado nos ha visitado el sol y hasta he dado un precioso paseo. El sol es la mesa camilla común a todos.
EliminarBesos.
Para el frío invierno nada mejor que un libro. Un placer leerte amigo Francisco. Saludos.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Sandra. Efectivamente, con sol o con frío, el libro es la mejor compañía.
EliminarUn abrazo.
Para estos días en casa, nada mejor que la tradicional mesa camilla y un buen libro...
ResponderEliminarFeliz Día de Reyes con los tuyos.
Un abrazo.
Gracias por tu comentario, Mari Carmen. Compartimos el gusto por la lectura en la mesa camilla.
EliminarUn abrazo.