CARTA A LOS REYES MAGOS

A unas horas de la cabalgata,

del bullicio, las carrozas y la lluvia de caramelos;

a unas horas de que el niño que llevo dentro

reviva la ilusión, la utopía y la magia,

de doblegar la razón y soterrarla

bajo la almohada de ese niño que aún sueña;

os quiero pedir, Majestades, con la abundancia posible,

un tanto de concordia y transigencia,

de sapiencia para convivir los unos con los otros

sin necesidad de pensar en el exterminio

de quienes opinan de manera diferente.

Repartid a manos llenas y sin medida: tolerancia,

paciencia, bien hacer, pudor, vergüenza, decencia,

acogida al diferente, al extraño, al emigrante, al menor

y un profundo respeto por la integridad física y moral

de todos los seres humanos, en especial de la mujer

y de los niños y jóvenes, sin olvidar el respeto por la Naturaleza.

Posiblemente esté siendo demasiado ambicioso, Majestades,

lo reconozco;

pero si acaso no pudiera ser cada una de las aquí explícitas,

y aquellas otras que concatenadas a ellas

pueden deducir sus Majestades, les ruego, encarecidamente,

que sobreabunde en sus entregas la Paz y el Bien Común.