La tarde se avejenta en
oblicuo,
se somete al poniente
como el gato al rescoldo de
la chimenea.
Han alargado los días el
diafragma de luz
y la noche llega cada vez
con algo más de retraso.
Se apetece el paseo:
el frío invita a no quedarse
inactivo
y acompaño al río
en su discurrir plácido al
encuentro salobre.
Son pocos los que pasean;
muchos corren
y algunos otros caminan
atléticos
provistos de cronómetros
como si les fuera en ello la
vida;
bicicletas y patinetes
serpentean
poniendo en riesgo a los
viandantes.
A lado y lado se va
rezagando la ciudad
dejando tras de sí
historias no pronunciadas
nunca
y ecos por descubrir
que acaban en promesas.
Muchos van aislados en su
mundo sonoro
de auriculares; yo prefiero
la banda sonora
del murmullo del agua,
la brisa agitando las
junqueras,
la madre que advierte el
riesgo que el niño no ve
o el timbrazo del ciclista
que exige para si lo que es
compartido.
Echados en la hierba,
una parejita dialoga en
silencio con besos
y los remeros hacen compás
de sus esfuerzos sudorosos.
La tarde avejenta, entre
dorada y plomo;
el sol ha rendido sus
fuerzas
y la luna comienza su
espectacular pasarela.
Que hermoso paseo por tus letras mientras la tarde avejenta. Saludos amigo Francisco.
ResponderEliminarMuchas gracias, Sandra, por tus palabras de estímulo.
EliminarUn abrazo.
Aprovecha antes de que se ponga a llover.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
No llueve en este momento, pero el suelo está mojado. Quiero salir a la calle y no sé qué hacer.
EliminarUn abrazo.
Qué bonita descripción, incluso he oido el eco de un beso de amor en la hierba, y el canto del agua mientras se desplaza perezosa. Gracias Poeta, has pintado un Renoir...
ResponderEliminarDos besos, amigo.
Gracias por tanta fidelidad diaria, por subrayar parte del texto.
EliminarDoble abrazo.
Escuchando el murmullo del río he disfrutado del un agradable paseo vespertino por entre los renglones de tus versos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias por adentrarte así en mi poema, Rafael.
EliminarUn abrazo.
Qué bonita tarde debes tener por allá y si te invita a pasear más.
ResponderEliminarAcá tenemos tremendo calor aunque no como otros años.
Preciosos versos, son como lienzos que muestran sus matices y nos invitan a imaginar las secuencias.
Un abrazo.
Gracias, Luján, por poner tu imaginación al servicio de la lectura.
EliminarUn abrazo.
Es un bonito paseo, caminar por la orilla del Guadalquivir. Los días se van alargando muy poquito a poco...lejos estamos de las horas de luz, que disponiamos en primavera y en verano.
ResponderEliminarBesos
Río que compartimos, aunque no podamos hacerlo al mismo tiempo.
EliminarBesos.
Bellos versos a un agradable paseo.No me gusta tampoco salir con música, prefiero los "ruídos" del campo o urbanos.Saludos
ResponderEliminarLa Naturaleza tiene su propia musicalidad y ni siquiera es siempre la misma, Charo. Tú sí que sabes.
EliminarUn abrazo.
¿Has leído "El elogio del caminar" de David Le Bretón, me lo has recrdado porque él también dice que "el caminar es también una travesía por el silencio y un disfrute del sonido ambiental", piensa igual que yo.
ResponderEliminarTe gusaría leerlo.
No conozco el libro que me recomiendas, pero acabo de pedíselo a mi librera. Cuando lo disfrute me acordaré de ti.
EliminarUn abrazo.
La tarde avejentó con una actividad digna de las horas cumbre del día.
ResponderEliminarUn abrazo.
Mi admiracion incondicional.
ResponderEliminarUn abrazo