Cardo, la espinosa simetría,
la figura en la que se
inspiró la alcachofa
para imitar su talle y acercarse
a su belleza.
Borriquero para algunos,
con el desprecio de quien no
respeta,
epíteto hiriente muchos más
allá
de sus numerosas espinas.
En lo insignificante de la
nada,
allá donde la gente no suele
mirar
porque nada espera,
en un promontorio o en una
solana,
erguido sobre sus raíces
se levanta ufano al tiempo
que desconfiado,
por eso despliega sus
aceradas púas
como hoplita en alerta.
Su flor violácea, cuando
llega,
es corona y culmen
de esa pasión por vivir y ser
señera
en medio de lo anodino, que
no vulgar;
esplendor y destello de lo
creado
para aquellos ojos sensibles
que saben mirar.
¡¡Cardo borriquero!!, un insulto que raro es no escucharlo de forma diaria, ¿será por ser una planta invasiva?.
ResponderEliminarUn abrazo.
Mirar pero no tocar. Dos sentidos que aquí no deben darse juntos.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Si se piensa poeticamente. es la iniciación de la alcachofa....que ablandó sus espinas hasta convertirlas en carnosas, para que pudiéramos gozar de su exquisito sabor, algo picante, pero riquísimo,: a la plancha, entre troncos ardiendo en una hoguera, empanadas, etc.
ResponderEliminarSon portadoras de Hierro, y VITAMINAS.
Francisco,que buen poeta eres.
DOS ABRAZOS.
Una maravilla desde los ojos del poeta... Pero, pinchan que es un encanto. :)
ResponderEliminarExtraordinario poema.
Un abrazo.
Para aquellos ojos sensibles que saben mirar.
ResponderEliminarUn abrazo
Que bello poema le dedicas a esta planta tan común y bonita de nuestros campos, una pena que pinche al cogerla. Saludos
ResponderEliminarEs precioso en sus espinas.
ResponderEliminarEsa flor cuando llega es preciosa, como los versos que compartes. Siendo niña me espine varias veces al querer cortarla. Saludos amigo Francisco,
ResponderEliminarQué bonito es el poema!
ResponderEliminarUn nabrazo.
Una descripción perfecta en versos. Si habré llegado a casa de mi abuela llena de pinchaduras que ella cuidaba amorosamente. Privilegio que tuve de verla en los campos y que ahora menos vista me sigue maravillando.Abrazo
ResponderEliminarTodo un homenaje al cardo, que en su aparente frialdad y crudeza de espinas, guarda su resistencia y amor por la vida...Es digno de admirarlo a pesar de todo, Framcisco.
ResponderEliminarMi abrazo y feliz semana.