No dejo que influya en mí
este sofoco anticipado
que está acabando con la
primavera:
se ha quemado la hierba
y la floración tomó la
salida de incendios,
dejando a los insectos
con el mantel y los
cubiertos dispuestos,
pero sin saber ni sabor.
También dentro de mí
este agostamiento
prematuro
de sudoración profusa;
pero un eclipse particular
y zalamero
envuelve y archiva todo
mal
en el cesto de las
desdichas,
y pronuncia en mis
adentros
un quién como tú,
cuando me miro en el
brillo de tus ojos.
Que final tan romántico Francisco, me encanta.Saludos
ResponderEliminarMuchas gracias, Charo, por tu presencia continuada.
EliminarUn abrazo.