Sigo aquí, con los
cascos puestos,
oyendo el silencio
de mis manos.
CHELO DE LA TORRE
Bajo la inoperancia de este tórrido junio,
escalando valores en los anales
de una climatología atrofiada
por el mal uso de lo inmediato,
percibo el apagón de mi mente
y la música silente de mis manos.
Más que en la pasividad,
enmarañadas en la inutilidad
y en la falta de fe,
un estado vegetativo o lasitud extrema,
en espera de la putrefacción
sin posibilidades de escapatoria.
Si en este momento se abrieran los cielos,
y de las inexistentes nubes
cayera una densa descarga,
la lluvia sería agua destilada
que ni siquiera podría sanar las pústulas.
Sigo oyendo sin escuchar, y la atrofia
me envuelve, como mole opaca y desconocida.
Así estaba ayer, inútil a 40º a la sombra.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Francisco. Cuando hace tanto calor no se puede ni pensar. Me pasa. Ahora acá tenemos mucho frío, demasiado, y aunque parezca mentira no me da ganas de nada. Es que la vida en Argentina es muy triste. Te mando un abrazo, cuídate. Cariños.
ResponderEliminarUn poco así estamos todos, Francisco. Pero el agua de la vida hará florecer las plantas que resistan.
ResponderEliminarUn abrazo.
Se perdió el comentario que te había hecho ayer. Blogger tiene duendes muy traviesos, que seguimos a marchas forzadas. Caiga una buena lluvia, por allá y por acá, que hace mucha falta.
ResponderEliminarGran abrazo.
Orgullosa de que unos versos míos te sirvan de inicio para este poema. Un abrazo grande siempre.
ResponderEliminarVeo que has vuelto a abrir la venta de tu blog, hacía tiempo que no te leía por aquí, Paco. Y ahora vengo desde el blog de Chelo, donde he leído este precioso poema tuyo. Te mando mi abrazo.
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