Hasta llegar al Instituto,
el mundo era lo
desconocido e inabarcable,
aquello que quedaba lejos
de los Pirineos
y también del mar.
Pero uno va ensanchando
caminos
y descubre que conocer los
ríos y sus afluentes
es equipaje para andar en
zapatillas.
Desde entonces se acomoda
en mi memoria
aquellas sesiones de
diapositivas
y el gusto extremo de don
Alfonso
hablándonos de basas,
fustes y capiteles,
de órdenes, cornisas,
metopas y volutas,
de frisos y gárgolas, de arquitrabes
y simas;
también de Esparta y
Troya, de Rodas y Lesbos,
de Salamina y el
Peloponeso.
De Atenas. El Partenón. El
conocimiento…
Mi escaso saber me llevó a
trabajar temprano
y a seguir soñando en Ítaca,
a fabular como Esopo
y a elucubrar cómo escribir
un teorema
que fijara mi nombre en la
historia.
Se fue aplazando: cada
demora un nuevo justificante,
una resignación mal
digerida.
Y aquí sigo, a la espera
de que,
si un día fuera posible,
mi mente y mi físico me lo
permitan.
¡¡No me lo puedo creer!! no has nombrado al gran Homero el ciego que escribió "La Iliada" y "La odisea" :-))
ResponderEliminarUn abrazo.
Lo he hecho, Emilio: "a seguir soñando en Ítaca"
EliminarUn abrazo.
Poema deslumbrante.
ResponderEliminar.
Cumprimentos cordiais.
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Pensamentos e Devaneios Poéticos
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Muy agradecido, Rykardo.
EliminarHermoso poema...
ResponderEliminarSaludos
Francisco, has recorrido un largo camino hasta llegar donde has llegado...Y en estos momentos tus letras nos muestran tu amor por la historia, por la cultura y por la poesía, que nos regalas con mente y corazón...Ella te lleva directamente hacia Itaca, aunque no te des cuenta, amigo.
ResponderEliminarMi abrazo entrañable y feliz fin de semana.