Abre tu mirada al
infinito,
ramonea por encima de
tejados
y ramas verdes. Mira al
fondo,
a la línea del horizonte,
donde lo difuminado se
hace rotundo.
Abre tus ojos y déjate
sorprender
por las lecciones de la
naturaleza,
por el verdor macilento
que imprime
el verano a los
matorrales,
por el aroma concentrado
de todo aquello que
ignoras
y habla en silencio de sus
esencias;
también de la sed
mediterránea
de la contingencia y el
conocimiento,
por la economía de no
despilfarrar
los escasos recursos.
Ya en la mar, enrólate en
la aventura
de otros mundos ignorados
y pon siempre la proa
hacia Ítaca,
hacia la novedad que se
teje
en la paciente espera del
descubrimiento.
No solo al infinito, puedes mirar al infinito con mirada estrecha, lo bueno es mirar a los lados, cuanto más amplia sea la mirada más diversidad se verá.
ResponderEliminarUn abrazo.
Para mirar al infinito, Emilio, basta con que uno cierre los ojos y eche la imaginación a volar.
EliminarUn abrazo.
No te lo niego, pero eso es casi soñar., ya depende del sueño que quieras tener.
EliminarLa naturaleza nunca deja de sorprenderme.Buenos consejos nos escribes hoy.Saludos
ResponderEliminarMuchas gracias, Charo. Me alegro que así los recibas.
Eliminara veces es tan difícil mirar al infinito sin perderse en e pasado, estamos tan inmersos en los problemas y la rutina diaria que no observamos la magia y vida que nos brinda la naturaleza.
ResponderEliminarAlgún día me embarcare y navegare hasta el infinito agradeciendo lo bueno y lo bello de la naturaleza que además es gratis.
Gracias por compartir y pro hacerme reflexionar.
Saludos y fuerte abrazo.