Pequeña. Casi mínima.
En la vecindad numerosa
de un sinfín de islas con vocación
de archipiélago,
donde el Mediterráneo, en
un recodo,
pierde un apéndice y lo
bautiza como Egeo,
sus aguas se tintan de
bonanza
y de prodigalidad.
Sobre el tableo azul y
salobre,
las fichas de un dominó terráqueo,
cada una con su
especificidad
y peculiaridades:
hablamos de las numerosas Cícladas.
Delos emerge ensartada por
el tridente de Poseidón
y baila el vals de las
olas
hasta que Zeus la ancló a
los fondos marinos
para convertirla en tálamo
y trono de Leto,
lejos de las garras de
Hera.
De aquella aventura, en
solo un parto,
del amor furtivo de Zeus y
Leto,
nacerían Apolo y Artemisa.
Con frecuencia,
la mitología es maestra
imaginativa
y cuenta con palabras
verídicas lo inefable;
luego vendrá el manto de
la tradición,
con su lentitud de siglos,
y a base de repetir mitos
surgen leyendas
y se va elaborando la
historia,
con intrincada intriga,
para que sea
retransmitida de
generación en generación.
A día de hoy, restos
arquitectónicos,
fustes marmóreos truncados
y volutas que no vuelven a
erguirse.
Un teatro sin programación
y con gradas agreste y roídas,
y en la terraza de los
leones (leonas)
cinco de los dieciséis que
fueron.
Así es el paso del tiempo,
una demolición, una merma
que solo vive en la
memoria
y en los resto
arqueológicos.
Se añora el mar, que tanta trascendencia ha tenido a lo largo de la historia.
ResponderEliminarBesos.
Es verdad, el mar es fuente de conocimiento.
EliminarBesos.
Siempre que se tengan en la memoria se puede disfrutar del paso del tiempo.Saludos
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