En la ciudad, las palomas
buscan entre los
veladores,
no se espantan del hombre,
aunque sí de los niños que
las fastidian
y las corretean;
son dóciles
y se han hecho íntimas
de la anciana compasiva
que carga cada mañana, con
mucho esfuerzo,
con su bolsa repleta de
migas de pan.
Así también el hombre:
ha enterrado el hacha de
su rebeldía,
la reivindicación de su
dignidad,
se ha adocenado por
subsidios
y subvenciones,
y arrastra su sometimiento
con la docilidad de una
paloma.
No me gustan las palomas, las sigo viendo como ratas voladoras,
ResponderEliminarTus últimos párrafos me han sorprendido viniendo de tí. No se, creo que no, todo el mundo que cobra subsidios o subvenciones, algunas hay que devolver, hacen del ser que las recibe un ser dócil y sometido.
Un abrazo.
También se ven en la playa, compitiendo con las gaviotas por una migaja de pan.
ResponderEliminarQue tengas un buen día. Besos.
Una pena que el hombre haya adquirido la docilidad de las palomas, en esa actitudo es imposible que un pais prospere.Me encanta la imagen, es muy tierna.Saludos
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