Las horas pasan tenazmente,
con ritmo cansino e
incesante
en este reloj que ha perdido
las manecillas,
pero no el norte;
cada segundo es un guiño de
luz
que trae un nuevo dígito,
siempre adelante.
Mi cuerpo se descentra
siguiendo
el latir del tiempo desde la
aurora
a la caída sonrosada del sol
por poniente,
exigencia que me saca de
punto
y a la luz el paso de los
días
y el deterioro metabólico.
En otro tiempo llegué a
pesar que era elástico,
cuando lo amoldaba a mis
caprichos
y obedecía sin rechistar;
pero los goznes acusan el
rozamiento continuado
y trabajan como pesados
engranajes
lo que antes era ingrávido
y permanentemente lubricado.
Pero aquellos labios que me
incendiaban
siguen siendo hoy amado
refugio
para estas ascuas que fueron
pasión
y hoy son rescoldo de un
tiempo
que sigo conjugando en
presente
y articulan muecas, sonrisas
y ternuras.
Por eso no llevo reloj. Cuando me jubilé lo dejé en un cajón. Todo lo importante que me queda en esta vida no precisa usarlo.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
El reloj no deja de ser un instrumento esclavizante, Cayetano. Has hecho muy bien.
EliminarUn abrazo.
Según Einstein el tiempo será todo lo elástico que quiera, pero... ¿será precisamente por eso que cada minuto que pasa, pesa?, ¡¡ah!! y llevemos o no el reloj en la muñeca deja de pesar.
ResponderEliminarUn abrazo.
El reloj que cuenta y da eco del peso de los días es el de nuestro cuerpo, Emilio.
EliminarUn abrazo.
Yo tengo el mío en el cajón de la mesilla de noche.
ResponderEliminarSerá ya por mi edad, que voy a mi ritmo..Pero tu lo describes aún como a una pieza que fue querida, y ahora tiene descanso.
DOS ABRAZOS,.!!!!
Yo llevo uno puesto que no necesito quitármelo ni para ducharme, pero se me olvida mirar el reloj y veo la hora en el móvil. Se ve que los nuevos medios de comunicación me han trastocado.
EliminarDos abrazos.
Éra(mos) no elásticos, sino muy elásticos. Todo se podía. Pegar varias noches, adelantar amaneceres. Hacer días del doble de horas. Nada le(nos) rechinaba, ni dolían los goznes.
ResponderEliminarExcelente todo... el refrendo final, es una delicia. El mejor regalo navideño para tu amada mujer.
Paco querido, pasen muy felices la Navidad.
¡Ohhh, Sara! Un día tendré que dar cuenta de la suerte tan grande que tengo de contar contigo. Feliz Navidad. Que el Niño nazca en tu corazón y te contagie de su hermosura y locura de Amor.
Eliminar¡Feliz Navidad!
Que todos los segundos sean para ti un destello de luz.
ResponderEliminarMe quito el sombrero ante tus maneras. Un final apoteosico para el amor a tu dama ¡Cuanto me alegro de tenerte entre mis amistades!
ResponderEliminar¡Cuanto debo aprender de ti!
Feliz Navidad y que ese niño siga llenando tu corazón.
Un abrazo inmenso.
Me quedo con la ultima parte del poema que es lo importante.Saludos
ResponderEliminarPrecioso poema con un final maravilloso. Felices Fiestas amigo Francisco, te deseo lo mejor en esta Navidad al lado de tus seres queridos. Te mando saludos desde México hasta donde estas.
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