Pintura de: Krzysztof Ludwin |
Si me llamas,
si acaso me llamas por mi
nombre,
o por un epíteto caprichoso,
si te apetece,
no importa qué; lo dejo
todo.
Absolutamente todo.
Si me llamas,
si acaso me llamas…
Se avivará la llama de mi
corazón,
arderá de gozo todo mi ser
y quedará derogado todo plan
de acción
que no sea buscar refugio en
ti.
Si me llamas,
se helarán los mares,
de desbordarán los ríos
y la plata de cada amanecer
se fundirá en la retorta de
mi pecho,
hasta convertirse en pan de
oro en el atardecer.
Si me llamas,
el martillo de mi pecho
acelerará el ritmo habitual,
pero seguirá, como desde
siempre,
pronunciando tu nombre con
bríos redoblados.
Si me llamas,
si tú me llamas,
revivirán en mí los besos
que nos dimos
y también
los que he soñado
constantemente
en este tiempo de aridez.
No hay nada más urgente.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
La urgencia amatoria es entendida y disculpada por todos, Cayetano.
EliminarUn abrazo.
amor y fidelidad, con premio inesperado....Dos besos.
ResponderEliminarEl premio del amor es el amor en sí mismo. El amor se retroalimenta y se basta.
EliminarUn abrazo.
Leerte es un placer.
ResponderEliminarLlamándote para abrazarte
No imaginas, Merche, el placer que se siente cuando a uno lo leen y lo interpretan.
EliminarAbrazos.
Con versos tan bonitos seguro que te llama.Saludos
ResponderEliminarNo por casualidad son los versos como son, sino porque esperan la recompensa.
EliminarUn abrazo.