09 diciembre 2019

EL ESQUEJE




Lo recibió con el mismo mimo
que se lo había entregado
aquellas ancianas manos;
el esqueje acababa de ser cortado
de una de las frondosas macetas.
Al rato era un bebé separado de su madre:
había perdido toda lozanía
y resultaba dudosa la efectividad del trasplante.
Optó por colocarlo en un vaso con agua
y al poco era una vida resucitada,
un nenúfar flotante en su medio natural,
sin otra atención
que vigilar el contenido del vaso.
Un día, como por encanto, aquél tallo
se había llenado de pelusas filamentosas
que trataban de ocupar el fondo del recipiente;
ante tal resurrección, decidió plantar el esqueje
en una maceta
y no tardó mucho en que fuera tan frondosa
como aquella de su origen
y que con tanto amor le había regalado su abuela.

6 comentarios:

  1. Las buenas enseñanzas de nuestros mayores hay que plantarlas en nuestro semillero para que fructifiquen. Pero solo las buenas.
    Un abrazo, Paco.

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    1. Mi mujer le tiene un cariño especial a este coleo por su origen; ella a su vez también ha compartido esquejes que bastantes personas.
      Un abrazo.

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  2. Yo tengo muy mala mano para las plantas, aún haciendo exactamente lo que me dicta mi madre al final se las tengo que llevar a ella para que me las resucite. Las madres tienen manos especiales, debe ser el cariño que desprenden.
    SAludos.

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    1. Todos podemos hacer las mismas cosas, pero es verdad que hay personas que tienen buena mano para ciertas cosas y con las plantas pasa algo de eso. Será cuestión de insistir, Manuela.
      Un abrazo.

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  3. Así es la naturaleza, si la cuidas un poco ella responde generosamente.Saludos

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    1. Pepita tiene esta planta desde hace muchísimos años y de aquel esquejo han salido multitud de nuevas plantas.
      Un abrazo.

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