En Ojén hubo en su día dos almazaras o molinos de aceite, ambos hoy día desaparecidos. No es que hayan desaparecido los olivos de la zona, sino que los nuevos tiempos trajeron nuevos métodos y nuevas concentraciones, por lo que las aceitunas que se siguen cosechando se llevan a moler a pueblos vecinos con procedimientos de molturación más actualizados y rentables. Uno de ellos estaba en la carretera, a la entrada del pueblo, junto al puente del río Almadán, del que sólo queda el nombre a un grupo de viviendas construido hace ya algunos años; en el otro molino, movido por las mismas aguas, después de dejar la actividad oleícola, alojó la nueva destilería del anís de Ojén que se volvió a etiquetar en los años 60, y que más tarde su propietario, Juan Fernández Espada donó al pueblo como museo.
En este museo se hacen exposiciones periódicas, además de la venta de productos típicos y la permanente del antiguo molino, cuyas muelas las hacen funcionar para una mejor explicación de turistas y visitantes, amén de explicar el procedimiento de extracción del aceite.
Mi infancia transcurrió muy cercana al otro molino, ya que mi padre trabajó en él durante muchas temporadas. Recuerdo con especial cariño la salida del colegio y cómo mi madre me ponía en una cesta la merienda para que se la llevara a mi padre al molino. En el leve receso, él siempre me preguntaba por el colegio y los temas aprendidos en el día. Quizás por eso, cuando cada día desayuno tostada con aceite, él sigue estando presente en mi vida, a pesar de los cuarenta años de su marcha.
Tus recuerdos, tu infancia, tu juventud, los sitios que has vivido y que te han vivido...!
ResponderEliminarUna gozada leerte, siempre!
Un superabrazo amigo!
;)
Hola Francisco, ya de vuelta y me encuentro con este relato que bien podría ser mío, también yo me crié cerca de una almazara, mi padre trabajó en ella muchos años y más tarde mi hermano.
ResponderEliminarUn placer.
Un abrazo.
Hola Francisco, que bellos recuerdos e imagenes compartes. Gracias por compartirlos y dejar que al leerte vuele la imaginacion y traiga a la vez recuerdos de mi infancia. Besos, cuidate.
ResponderEliminarQue se haya convertido en un museo es fantástico, son cosas que no pueden perderse, los colegios y los padres deben de mostrarlo a sus hijos y evitar que este legado se pierda, forma parte de nuestra cultura.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Que lástima de cuantas cosas van desapareciendo con los años y se llevan nuestros recuerdos de infancia!. Es bueno que quede alguien que rescate los viejos molinos y los convierta en museo para nuestro regocijo.
ResponderEliminarYo me quedé sorprendisda, hace unos cuatro años, al descubrir en Galicia, un valle con olivos en la Provincia de Orense, y un viejo molino o almazara cuyo porpietario sigue produciendo aceite por propia satisfación.
Un fuerte abrazo.
Me encantaría verlo en funcionamiento.
ResponderEliminarTodo aquello que se realizaba de una manera artesanal, manual, es algo que me fascina.
Hermoso legado de su padre y digno de usted, Sr. Espada.
Gracias por traernos escenas de tu vida para conocer un poco más de esta bella España.
ResponderEliminarUn beso.