CONCIERTO DE LA BANDA MUNICIPAL

Quienes no conocen Marbella nada más que desde las páginas rosas o los infectos programas del corazón, se deben pensar que esta ciudad es la versión actualizada de Sodoma y Gomorra, la sede del pijerío, la caverna de la corrupción o vaya usted a saber qué otras elucubraciones maléficas. Reconozco que en Marbella se dan cita varias Marbella, pero no es ni de lejos la ciudad exclusiva y excluyente en la que algunos la pervierten.

Como cada domingo, la Banda Municipal, dirigida por el maestro José Almenara Nebot, ameniza el anochecer en la Alameda, como viene siendo vieja costumbre desde mi más tierna infancia. A los 10 años quise formar parte de la misma, pero mis capacidades no me daban para alternar las clases de solfeo con el bachillerato y renuncié a ello con gran pesar. De aquellos días quedan aún entre sus componentes algunos músicos como el clarinete Salvador Guerrero Machuca y en mí la insatisfacción de un mundo inexplorado.

El corto repertorio de este domingo, de aproximadamente una hora, vino a dar satisfacción a la concurrencia. Para abrir boca los sones del pasodoble Lagartijilla, de J. Martín, que puso en el aire notas populares del pueblo llano. Le siguió los acordes de la banda sonora de Star Wars, de John Williams, y tan cercanos como estábamos del desaparecido cine Lis, por momentos, mientras casi caía la noche, me sentí transportado a la gran pantalla. Continuó fuera de nuestras fronteras con Slavonic Rhspsody: comenzó un diálogo de flautas y clarinetes, para dar paso a la explosión de todo el metal en el molto vivace, con ecos inequívocamente eslavos, salpimentado de florituras alternas del requinto y la trompeta; un solo magistral del clarinete principal simulaba un llanto lastimero y nostálgico, para finalizar con la apoteosis de la banda al completo a todo su rugir.

Le sucedieron Moros y Cristianos, de J. Serrano; una hermosa selección de La Gran Vía, de Chueca, que fue largamente aplaudida por un auditorio en el que se palpaban numerosos veraneantes madrileños. Luego vino el recogimiento sencillo con las notas del Pasodoble de Istán, localidad vecina, con sones serranos y populares. Para finalizar la velada, interpretaron los sones del Himno de Andalucía, rematando acto seguido con los del Himno Nacional.  Para ese momento ya estaba todo el público de pie. Un largo aplauso fue el telón intangible, recibido por la banda con entusiasmo.