15 septiembre 2010

SALA DE ESPERA

Voces. Fuego cruzado de gritos que se alzan en busca de un protagonismo efímero, como exabruptos que se complacen en la desnudez de sus cuitas. Como a las heridas se les ponen ungüentos, a la ignorancia arrogancia, valentía y amenazas de reclamación. Leo con bastante dificultad y vuelvo de nuevo a la misma página sin recordar el párrafo anterior, como si el tsunami de tanto alboroto me hubiera envuelto en una ola trepidante y fagocitadora. Me desespero y cierro el libro, pero entonces el ruido es  más ensordecedor y hasta tratan de enhebrar conmigo. Vuelvo a las páginas y la salida de la enfermera recogiendo las citas es un bálsamo que enmudece el instante. De nuevo el gallinero y cacareo. En la pared hay un cartel en el que una enfermera pide por favor, con el dedo índice sobre sus labios, guardar silencio; es posible que todos acudan por problemas de vista. 

4 comentarios:

  1. Si, estoy de acuerdo contigo, dicen que no hay mas ciego que aquel que no quiere ver.
    Al volver a España, después de vivir muchos años fuera, me dí cuenta de lo fuerte y alto que hablaba la gente en todas partes y eso me chocó muchisimo.Creía que lo hacían por costumbre, pero aúnque con educación les hicieras ver que estaban hablando demasiado alto, seguian erre que erre, o sea, vuelta la mula al trigo, entonces supe que era por falta de educación.Hoy en día, ha mejorado mucho el enfermo, pero todavía quedan.

    Un fuerte y calido abrazo

    ResponderEliminar
  2. No solo es cuestión de educación si no de carácter. los italianos chillan quizás más que nosotros. Y ahora en las salas de espera encontramos muchos latinoamericanos que también nos ganan en gritos. No tiremos solo hacia nosotros mismos.

    ResponderEliminar
  3. Reconozco lugares y sentimientos comunes. En vez de una sala de espera parece un gallinero como bien dices. Ademas de problemas de vista a veces la gente tiene sordera selectiva.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  4. Contaba el malogrado humorista tudelano "Sr. Tomás" que en la consulta de la Seguridad Social tenían su tertulia diaria unas cuantas señoras más o menos de nuestra edad. Salió el médico un día, les echó un vistazo y preguntó:
    - ¿Qué pasa hoy con la María que no ha venido?.
    - Que está mala (enferma) contestó una de ellas.
    Algo de esto me parece que pasa. Saludos

    ResponderEliminar