Entre puentes transcurre el paseo fluvial Juan Carlos I de Sevilla. Me he limitados al kilómetro largo que va desde el puente de la Barqueta hasta el del Alamillo: un lugar de concentración humana para el solaz y/o el deporte.
Al atardecer, cuando el sol de septiembre es menos fiero, son muchas las personas que circulan por él. Aunque es paseo, no es esta la actividad mayoritaria de quienes allí acuden, así que lo frecuente es ver personas que marchan, otros que corren, algunos intrépidos que hacen filigranas con sus bicicletas, mayores que caminan ayudados por medios mecánicos, perros que corren en paralelo a sus amos y, en resumen, una suma heterogénea de actividades muy variadas cuando la temperatura lo hace apacible.
Entre juncos, aneas y adelfas, los patos también marchan en formación por el agua.
Algunos deportistas pasivos ejercitan la paciencia engañando a las carpas. Lo común es devolverlas al río, tras desengancharlas del anzuelo con mimo, pero… el hambre es un deportista pésimo.
Cae la noche y el Guadalquivir dorado fluye sigiloso hacia Sanlúcar.
En la margen izquierda, en cárceles de tiendas de campaña y plásticos, ocultos entre el talud y la umbría de los árboles, una diversidad de nacionalidades echan a dormir sus esperanzas hasta que alumbre el nuevo día.
Me impresiona, Francisco, que algunos devuelvan las carpas al río y la notable formación de los patos.
ResponderEliminar¡Lindas fotos!
Una tierra preciosa que pronto tendré la oportunidad de conocer, de momento, aprovecho las fotos que publicas y la cantidad de documentacion que tengo para ir haciendo boca.
ResponderEliminarUn fuerte y calido abrazo
Bonitas fotos. Yo me quedo con la puesta de sol con la conjunción de los juncos, el río y las adelfas. Pronto estaré por ahí, pero por Sevilla pasaré de largo. Saludos
ResponderEliminarMe quedo con las flores de ese bello atardecer...
ResponderEliminarGracias!