Llegué a San Sebastián cuando el sol bajaba los brazos
como rindiéndose; quedé rendido ante la Bella Easo
cuando la contemplé desde Igueldo.
En Fuenterrabía me esperaban
José y Fermín, éste pilotaba su Seiscientos
por caminos ignotos, siempre verdes. Todo nuevo.
Era julio, pero el sol no era hiriente como en el Sur,
sino plácido. Anochecía. Desde el monte,
algunos penachos como descollando sobre los tejados:
el Náutico, el Kursal, el Buen Pastor, Santa María del Coro…
y pisando el terreno, la Avenida y su incitador comercio,
el Urumea en busca del abrazo del mar,
el María Cristina ondeando exclusivo señorío,
la selecta Ondarreta… una formación de tamarindos
nudosos asomándose a la Concha virginal y serena,
anchurosa, dibujada sobre el ocre extenso de arenas
donde sueñan en Atocha centenares de jóvenes.
En la Parte Vieja los aromas y el sabor, los chiquitos,
el chacolí y su variado cortejo de banderillas…
Donosti, una ciudad con la que soñar y a la que volver.
Una de las joyas de mi querido pais vasco. Que cantidad de recuerdos me trae cada vez que oigo algún comentario o veo alguna de San Sebastian.
ResponderEliminarYo, siempre que puedo, vuelvo a San Sebastian, a perderme en los bares, al txikiteo y a sus incomparables banderillas.
Dime, y en tu recorrido por esas maravillosas tierras, pudiste conocer la parte bizkaina?
Muxutxuak
No suelo contestar los comentarios porque no es la discusión entre opiniones lo que me motiva, sino dar mi visión y permitir que los demás comenten lo que quieran. Pero Nerim me hace una pregunta tan directa que no tengo más remedio que responderle.
ResponderEliminarDado que mi trabajo y estancia estuvo en Zarauz, conozco mejor Guipúzcoa que Vizcaya, pero en este momento estoy recordando el impresionante bacalao a la vizcaína que me comí en Arrigorriaga, como para no olvidarlo. En el País Vasco se me despertó el gusto gastronómico, así que no he podido olvidar mi estancia en aquellas tierras.