Tiene 11 años y es sumamente tímida; calza sandalias porque el clima lo permite y porque es el calzado más barato. Desde hace 4 años ella y sus cuatro hermanos trabajan en la cosecha de la fresa. No es que no vayan a la escuela, pero las necesidades económicas de su familia les obligan a dedicar 5 horas diarias a esta actividad; por eso no tiene tiempo para jugar todo lo que quisiera. Su rutina se resumen así: clases por la mañana, cocina al mediodía, trabajo por la tarde, por la noche las tareas y a descansar para recuperarse. Juega sólo en el recreo de la escuela. Su casa estaba en la falda de la montaña, a unos 20 minutos a pie del pueblo, pero cayó asolada cuando las lluvias provocaron un deslizamiento; ahora sus padres se mudaron al terreno donde cultivan lo que pueden para subsistir, pero todavía no han podido levantar una nueva casa. Están más lejos del pueblo, así que ella y sus hermanos tienen un camino más largo hasta la escuela. Le gustaría ser maestra de educación infantil y sueña cada día con ello.
En Comarapa, el municipio donde vive Delia, 180 niños y niñas trabaja en la cosecha de la fresa: sus manos pequeñitas no dañan el fruto y su trabajo se paga más barato que el de los adultos. Ni ella ni ninguno de los otros niños de su pueblo harán huelga hoy: primero porque la convocatoria no alcanza a Bolivia; en segundo lugar, porque no estaría bien holgar mientras tienen que ser asistidos por la Pastoral Social de Cáritas.
Mañana 29 de septiembre, por muchas razones, y también en honor y recuerdo de Delia, nosotros, mi esposa y yo, jubilados ambos, IREMOS A LA HUELGA. También fuimos a dos o tres anteriores, cuando estábamos en activo.
ResponderEliminarSi estas modestas palabras sirven de estímulo a los lectores del blog de Paco, aquí queda mi humilde aportación.
Abrzs a todos.