No es que escriba por encargo, pero mi amigo Joaquín sabe cómo me gusta satisfacerle, aunque muchas veces no lo consiga. Lo que voy a expresar tiene acaso el valor de una pavesa, pues no se trata de la verdad, sino de mi verdad, de mi humilde opinión.
Aunque la novela histórica es un subgénero de la narrativa que nació y explosionó en el siglo XIX, se mantuvo latente a lo largo del XX y en los últimos años ha vuelto a ponerse de moda y no son pocos los autores que se deslizan por los terrenos de la historia novelando. Si ya los tratados de historia ofrecen discrepancias de uno a otros autores, aceptar la historia que narran estas novelas como rigurosas es un camino equivocado que no lleva a la historiografía.
Dependiendo del mayor o menor grado de erudición y trabajo de documentación del autor, la novela histórica puede ser dicho subgénero narrativo o aproximarse a la novela de aventuras e incluso a la historia novelada. Aún en el caso de fidelidad a los hechos, si lo que queremos es conocer la historia, lo mejor es ir a los tratados; tanto la novela de aventuras como la historia novelada no dejan de usar a la historia como pretexto para la acción y la creatividad del autor: una para pasear a sus personajes por los hechos históricos, otra para reinventar la propia historia.
El problema es que el mercado reseña a todas bajo el mismo epígrafe y no es fácil saber cuándo estamos ante uno u otro caso, salvo que su lectura, una vez leída, nos aleje de la realidad historia, y eso precisa del conocimiento historiográfico del lector. Lo que me enfada, y adivino que es lo que le enerva a Joaquín no es que se use la historia como escaparate sobre el que hacer desfilar a unos personajes inventados que en ningún caso tergiversan los acontecimientos del pasado, sino esos otros autores que inventan la historia y quieren que comulguemos con ruedas de molino. Para mí, la creación pura, la que usa el cliché de la historia como telón de fondo sin falsificarla, por el que pasear a los personajes inventados, me parece muy lícito y hasta le añade un potente grado de verosimilitud a lo que se cuenta; en cambio aquellas otras que juegan a trastocar los hechos históricos me parecen deleznables y delatan la incapacidad creadora de su autor.
De acuerdo, paco,con tu verbo hermoso, has sabido explicar lo que yo quise resumir en mi comentario a tu artículo sobre la calumnia: que madie nos libra de los calumniadores... salvo a aquellos que sepan y puedan escabullirse.
ResponderEliminarsds. y grs.
Tantos autores emplean la historia( adulterando los hechos)sirviéndose de ella como veículo para sus fantasías ocasionales, sin tener en cuenta el daño que ocasionan al crédulo lector que, confiando en sus datos apócrifos,se forman una idea equivocada, respecto a la veracidad hitórica, lo cual termina siendo una premeditada o inconsciente felonía.
ResponderEliminarEstoy completamente de acuerdo con tu entrada de hoy.
afectuosamente juliana
Perdon Francisco, quise decir histórica ,en mi comentario
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