25 agosto 2010

TESTAMENTO

Siempre había sido un hombre huraño, esquivo, apegado únicamente al trabajo y a engrandecer su patrimonio, cada día más engrosado y considerable. Casi nunca se le veía en fiestas y cuando lo hacía era muy moderado en el gasto. Sus hijos fueron educados en grandes colegios, pero jamás tuvieron abundancia en el bolsillo. “Hay que aprender a ganarlo; a gastar se aprende pronto”, era la machacona respuesta a las peticiones de sus hijos. No frecuentaba restaurantes, salvo lo estrictamente ineludible por los negocios, salvo en las bodas de sus tres hijos. Su descanso era el trabajo y su anhelo incrementar su capital. Renegaba de las comidas de trabajo porque decía que no se puede estar en misa y repicando, y su vestuario era formal y severo, como todo en su vida.

La muerte de su esposa vino a acentuar aún más su cicatería, pero habrían pasado sólo seis meses cuando lo encontré sonriente y divertido brindando con espumoso, tras haber dado cuenta de una suculenta cena. Estaba acompañado de media docena de sus fieles y sin poder contenerme le dije: ¡Usted, don Julián! “¡Cosas veredes, amigo Sancho! -me respondió mientras elevaba su copa iniciando un brindis- Esta mañana estuve en el notario para hacer testamento; he repartido todo lo mío dejando a mis hijos lo suficiente para que puedan vivir para siempre con el mismo nivel del que ahora disfrutan, he seguido el consejo de mi esposa y he asignado un monto considerable para obras de beneficencia, he creado una fundación con mi nombre para que los hijos y nietos de los que fielmente han trabajado codo a codo conmigo pueda recibir una buena educación, también otras pequeñas donaciones puntuales que callo por prudencia; en fin, amigo, que me he dado cuenta que ya nada me pertenece y me lo estoy gastando con alegría”.

2 comentarios:

  1. Solo ves las cosas como son cuando estas a punto de irte. Entonces, es como si las vieras por primera vez y todo parece brillar.

    Un beso

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  2. Muy bonita la parabola, pero cuan mejor hubiera sido que este hombre disfrutara de familia y de la vida cuando las fuerzas estaban en su plenitud. Estos arrepentimintos tardíos siempre me han dado mala espina.

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