Como las guerras no se ganan con el éxito de una sola batalla, imagino que los amantes de los animales sentirán la satisfacción de haber logrado la prohibición de las corridas de toros en Cataluña, pero estarán soñando y maquinando la estrategia más adecuada para acabar con los encierros, los toros embolaos, los ensogaos y otras muchas variables con la que la gente se divierte en la multitud de fiestas locales a lo largo de la geografía española. Es cierto que en esta ocasión han encontrado un aliado idóneo, ya que dos vectores que ejercen sus fuerzas en una misma dirección son sumando de una misma suma, o como dice el refrán: “de perilla le han venido a los hombres los sombreros, unos se tapan la calva y otros se tapan los cuernos”.
Si de verdad queremos proteger a los animales de las animaladas del hombre, esto sólo debe ser la punta del iceberg. Los toristas dicen bien que la raza del toro bravo se extinguiría si no existieran las corridas de toros, pero ¿acaso existirían los pollos de Simago si no los enjaularan hacinados como sardinas en lata, les hicieran las noches días y les alimentaran con piensos compuestos de vaya usted a saber qué, para luego sacrificarlos –menos mal que no nos enteramos- vaya usted a saber cómo?
Hasta que no se generalizaron los frigoríficos todo era menos pulcro a la vista de lo que es hoy en día. El ama de casa compraba los animales vivos y los sacrificaba ella misma, por lo que la muerte vivía en cercana vecindad con todos nosotros. ¿Alguien se imagina hoy que en lugar de comprar el pollo descuartizado tiene que sacrificarlo y desplumarlo antes de cocinarlo? ¿Acaso es natural cebar animales estabulados, o en piscifactorías, donde ni son necesarias las redes para pescarlos?
Muchos de nuestros refinados usos gastronómicos debieran hacernos pensar en nuestro comportamiento hacia los animales. ¿Alguien sabe que el sabrosísimo foie se logra atrofiando el hígado de la oca, alimentándola en exceso mediante un embudo y en contra de su voluntad? Todos sabemos que para que podamos disfrutar de un sabroso lechal al horno hubo previamente que sacrificar al inocente cordero, pero hemos sacado el sacrificio de nuestras viejas cocinas y ahora nos centramos sólo en el deleite de la buena mesa, olvidándonos de sus tiernas yugulares. ¿Y en el caso de los mariscos? Tanto crustáceos como moluscos -langostas, cigalas, langostinos, gambas, cangrejos, almejas, coquinas, navajas, etc.- son más apreciados cuando son elaborados vivos.
En el momento de la creación, Dios dice al hombre: “…henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves del cielo y en todo animal…” (Gn 1, 28) Todo lo creado lo sometió el Creador al hombre. Y así como para que éste se coma una nuez o una castaña no tiene más remedio que pelarla, alimentarse de pescado o carne lleva implícito el sacrificio, si bien no la crueldad, y no me dirán que no es cruel meter un bogavante en un puchero hirviendo. Si los defensores de los animales quieren acabar con toda clase de tortura animal, la tarea que tienen por delante es inmensa y tan vieja como la propia existencia del hombre.
Bueno Paco, acabo de llegar de un día en Rota y veo que sigues con lo de los toros, creando un bonito artículo, eso sí, pero plagado de comparaciones, como las miles de ellas salen todos los días en los medios…
ResponderEliminarComo me conoces sabrás que no me resisto y “entro al trapo”
Y repito exactamente lo que comenté en tu artículo anterior llamado “Prohibir”:
Hace años, en 1991, Canarias aprobó la abolición (palabra que creo menos demagógica que prohibición) de los toros en sus islas.. En su ley autonómica figura esta antológica y bella frase: “es indeseable la posibilidad legal de hacer negocio de espectáculos basados en el maltrato, sufrimiento y muerte de animales”…
Como verás, en esta ley nadie habla de protección a los animales sino sólo de hacer negocio con esos espectáculos sangrientos.
Yo insisto en el mismo matiz. Dejemos las comparaciones con otros temas de animales y veamos lo ético que es el motivo que se adujo en Canarias.
No me salgo ni un ápice de mi argumento, sólo añado lo siguiente:
No os preocupéis los taurinos que el asunto no se extenderá por la “piel de toro” … están bien unidos los medios y los políticos… ojalá me equivoque.
Además, no creo que se eliminen, sino todo lo contrario, las ayudas públicas con dinero de todos los contribuyentes.
Un abrazo y como siempre, ejemplar la forma de tu ensayo.