22 agosto 2010

MEDIOCRES

El mediocre se halla en la mediatriz entre el imbécil y el genio, en puro ejercicio de equilibrio inestable y oscilante en dicho vano, a pesar de que él, por lo general, lo desconoce. Dependiendo de los recursos usados en cada momento, puede aproximarse a uno u otro extremo en un ir y venir que tiene mucho más que ver con el azar que con su propia decisión. Se caracteriza por ser una persona tibia en el horizonte de los conocimientos ilimitados que los genios alcanzan con tesón y esfuerzo, por sumarse a la opinión de los líderes y de los medios de comunicación –manejados éstos por intereses económicos- creyéndose original, por carecer de iniciativas o ser éstas muy secundarias o banales, por aplaudir a quien se encumbra sin merecimiento como si se viera reflejada su personalidad en el encumbrado, por consumir siendo conducido por la publicidad a la que dice no hacer ni caso, por viajar a los lugares y en las fechas en las que todos lo hacen… Sus manifestaciones, a falta de criterios rigurosos, se inclinan por la imitación y los tópicos.

Mientras que los genios son muy pocos y los imbéciles numerosos, los mediocres, si volaran, serían capaces de provocar un eclipse de sol. Por hallarse los mediocres en el tramo de ese columpio que equidista de dos extremos, existe una amplia gama de mediocres que va desde la estulticia a la vecindad de la sabiduría, cuya consecuencia es que algunos mediocres se crean merecedores del laurel de los elegidos y se les hinche el pecho de arrogancia.

Sé que no me encuentro en el extremo excelso, que no soy merecedor del Olimpo de los selectos, y espero no estarlo en el otro extremo; luego, cuando hablo de mediocres, hablo de mí mismo.

3 comentarios:

  1. Efectivamente, los mediocres estamos en todas partes, lo malo es que cada vez se dejan notar más los imbéciles.

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  2. A todo esto es estupendo leer el libro Mediocres de Jose Ingenieros.

    Deseandote una semana amable , te dejo cariños.
    .
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    El verdadero sabio sólo es riguroso consigo mismo; con los demás es amable.
    Plutarco
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  3. Una definición perfecta aunque un tanto severa al referirte a ti mismo. Un abrazo afectuoso.

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